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El origen de la ciencia en el mundo clásico

Imagen IA creada por Luis Fernández López, utilizando ChatGPT -4, versión 2.. Evolución na historia da ciencia (CC BY-SA)

La ciencia en el mundo clásico tuvo sus raíces en la antigua Grecia y en civilizaciones como Egipto y Mesopotamia, donde ya se observaban los cielos, se estudiaban los ciclos agrícolas y se desarrollaban conocimientos prácticos de medicina y matemáticas. En Grecia, a partir del siglo VI a.C., filósofos como Tales de Mileto, Pitágoras y Anaximandro comenzaron a buscar explicaciones racionales para los fenómenos naturales, alejándose de las explicaciones míticas. Este cambio hacia el pensamiento lógico y sistemático marcó el inicio de la filosofía natural, precursora de la ciencia. Más tarde, en Atenas, figuras como Sócrates, Platón y Aristóteles profundizaron en el método de investigación y en la clasificación del conocimiento, sentando bases sólidas para futuras disciplinas científicas. Aristóteles, en particular, desarrolló métodos de observación y catalogación en biología y física, y fundó el Liceo, una institución para el estudio académico. La ciencia en el mundo clásico se extendió con el Imperio Romano, donde se aplicaron y expandieron los conocimientos griegos, preservándolos y transmitiéndolos incluso a otras culturas. 
 

La ciencia en la edad media

La ciencia en la Edad Media estuvo fuertemente influenciada por la religión, especialmente en Europa, donde la Iglesia católica tenía un control significativo sobre el conocimiento. La búsqueda científica se limitaba a aquello que no contradecía la doctrina religiosa, y muchos estudios fueron censurados o prohibidos si se consideraban heréticos. A pesar de esto, en el mundo islámico y bizantino, el conocimiento científico continuó desarrollándose, preservando y ampliando los saberes clásicos en medicina, astronomía y matemáticas. Sin embargo, en Europa, el temor a la herejía y la dependencia de la fe sobre la razón frenaron el avance científico hasta el Renacimiento.
 
 

La ciencia a partir del Renacimiento

 
El despegue de la ciencia comenzó a tomar fuerza a partir del Renacimiento, un período marcado por una renovación del interés por el conocimiento y el estudio del mundo natural. Inspirados por las obras de los antiguos griegos y romanos, científicos y pensadores europeos empezaron a cuestionar las verdades establecidas por la Iglesia y a emplear la observación y la experimentación como métodos para comprender la realidad. Figuras como Copérnico revolucionaron la astronomía al proponer un sistema heliocéntrico, y más tarde Galileo perfeccionó el telescopio para confirmar que los cuerpos celestes no orbitaban alrededor de la Tierra. En esta época también destacó Leonardo da Vinci, quien combinó arte y ciencia en sus estudios anatómicos y en proyectos de ingeniería. Con la imprenta, las ideas científicas se expandieron rápidamente, permitiendo que otros estudiosos construyeran sobre estos nuevos descubrimientos. Este período sentó las bases del método científico (que ya conocemos) y marcó el camino para los grandes avances de la ciencia moderna.

Grandes figuras de la ciencia de los siglos XVIII, IXX y XX

  
Los siglos XVIII, XIX y XX fueron testigos de avances científicos espectaculares y del trabajo de grandes figuras que revolucionaron nuestro entendimiento del mundo. En el siglo XVIII, Isaac Newton sentó las bases de la física clásica con su teoría de la gravitación universal y las leyes del movimiento, influyendo profundamente en el pensamiento científico. Ya en el siglo XIX, Charles Darwin desafió las creencias sobre el origen de las especies con su teoría de la evolución mediante la selección natural, transformando la biología. Otro pionero fue Michael Faraday, cuyos estudios sobre el electromagnetismo abrieron el camino para la electricidad moderna. En el siglo XX, Albert Einstein revolucionó la física con su teoría de la relatividad, que cambió nuestra comprensión del espacio y del tiempo. También destaca Marie Curie, la primera persona en recibir dos premios Nobel por sus descubrimientos en el campo de la radiactividad, y Alan Turing, cuyo trabajo en computación sentó las bases de la informática moderna. Estas figuras dejaron un legado que todavía hoy impulsa el avance científico.

Las mujeres en la ciencia

Las mujeres en la historia de la ciencia han desempeñado un papel fundamental, aunque a menudo invisibilizado. Desde la antigüedad, figuras como Hipatia de Alejandría destacaron en campos como las matemáticas y la astronomía, en una época en la que a las mujeres se les negaba el acceso al conocimiento. En el siglo XIX, Ada Lovelace fue pionera en la programación, desarrollando lo que hoy se considera el primer algoritmo para una máquina, mucho antes de que existieran los computadores modernos. En el siglo XX, Marie Curie revolucionó la ciencia al descubrir la radiactividad, siendo la primera persona en ganar dos premios Nobel en distintas disciplinas. También Rosalind Franklin realizó investigaciones cruciales para descubrir la estructura del ADN, aunque su trabajo no recibió el reconocimiento debido en su tiempo. Mujeres como Lise Meitner, física fundamental en la comprensión de la fisión nuclear, y Katherine Johnson, matemática clave en el éxito de las misiones espaciales de la NASA, son ejemplos de talento y perseverancia. A pesar de los obstáculos y la discriminación, las mujeres han seguido contribuyendo a la ciencia, abriendo caminos para las generaciones futuras e inspirando un cambio en la manera en que se valora su papel en la investigación científica.

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