Bajo la flor, la rama sobre la flor, la estrella bajo la estrella, el viento; ¿Y más allá? Más allá ¿no recuerdas?, sólo la nada la nada, óyelo bien, mi alma, duérmete, aduérmete en la nada. Si pudiera, pero hundirme. Bajo la flor, la rama... Ceniza de aquel fuego, oquedad, agua espesa y amarga, el llanto hecho sudor la sangre que en su huida se lleva la palabra y la carga vacía de un corazón sin marcha. Bajo la flor, la rama... De verdad ¿es que no hay nada? Hay la nada. La nada, óyelo bien, mi alma. duérmete, aduérmete en la nada. Y que no lo recuerdes. Era tu gloria. (MARÍA ZAMBRANO, Delirio del incrédulo)
Cuando muera no te eches a llorar, échate la siesta con tu amante de turno. Cuando muera no te eches a llorar échate el alma a la espalda y mi amor a los pies como aquel día. Cuando muera no te eches a llorar, seré yo, la que llene con mi llanto tus manos vacías. (GLORIA FUERTES, Historia de Gloria)
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La muerte pasa entre los árboles y su aliento de plata los desnuda dejándoles inmóviles y duros: son monjes invernales de un rito extraño que nos estremece.
Lo hermoso ha muerto. O duerme. Mariposas heladas -no: sus alas van cubriendo los céspedes dormidos. Sé que un día -yo no estaré- vendrá otra primavera. (JULIA UCEDA, Poemas de Cherry Lane)
Mi vida se acaba. ¡Ya sé que me muero! Y quiero extinguirme, muda, sonriendo, con el alma alegre y el corazón lleno de bellas quimeras, guardando en mi pecho toda la agonía del postrer momento. ¡Déjame que muera viviendo mi ensueño! (ERNESTINA DE CHAMPOURCÍN, En silencio) |
LA POESÍA Y LAS POETAS. BANCO DE TEXTOS.
MUERTE
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