La servilleta a cuadros sobre la miel, la leche, el pan caliente aún, en el canasto de mimbre en que llevaba la comida a la abuela de ojos tan grandes para verme mejor. Yo llevaba mi infancia también en el canasto, bosque adentro, aventura o razón de vivir o desvivirme en vilo, y tanto y tanto amor y natural deseo. (MARÍA VICTORIA ATENCIA, El fruto de mi voz)
Nuestra niñez no ha sido protegida por canciones de nácar, ni símbolos de azúcar inefable o guirnaldas de estaño. Nuestra infancia sabía a hierba amarga, a guerra fratricida, sin fábulas azules ni leyendas (MARÍA BENEYTO, Vida anterior)
Mis años compañeros años míos, inciertos, niños desordenados al salir del colegio... Ya son dos y son tres, compás del mismo tiempo, maravilla segura de inagotable anhelo... (JOSEFINA DE LA TORRE, Marzo incompleto)
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Los mapas de la escuela, todos tenían mar, todos tenían tierra.
¡Yo sentía un afán por ir a recorrerla!...
Soñaba el corazón con mares y fronteras, con islas de coral y misteriosas selvas...
Soñaba el corazón... ¡Oh, sueños de la escuela! (CONCHA MÉNDEZ, Surtidor)
En cada tarde de dibujos animados preparan sus hechizos las cosas verdaderas y nos secuestran los ojos anunciando ser juguetes.
A mí me gustaba el invierno porque se llenaban de luces los escaparates y creía en los reyes fabricando regalos en la parte de atrás del universo.
Pero las cosas verdaderas no siempre se imaginan con esa claridad de la niñez.
Cuando crecemos descubrimos los secretos en líneas de los televisores que emiten un sombrío dolor en las imágenes de un mundo abandonado de cosas verdaderas. (ANA MERINO, Los días gemelos) |
LA POESÍA Y LAS POETAS. BANCO DE TEXTOS.
INFANCIA
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