FORMAS Y ESTILOS
Una cantata de bocina.
Gusano de luz por la calle sombría.
Los ojos relucientes bajo la noche fría.
Reptil de la ciudad que raudo se desliza. (CONCHA MÉNDEZ, Inquietudes)
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Qué será ser tú. Este es el enigma, la atracción sobrecogedora de conocer, el irresistible afán de echar el ancla en ti, de poseerte. Qué será la perplejidad de ser tú. Qué, el misterio, la dolencia de ser tú y saber. Qué, el estupor de ser tú, verdaderamente tú y, con tus ojos, verme. Qué será percibir que yo te ame. Qué será, siendo tú, oírmelo decir. Qué, entonces, sentir lo que sentirías tú. (ANA ROSSETTI, Punto umbrío)
Como decirle al Tiempo que desande los pasos y nos vuelva a entregar lo que nunca fue suyo: el fulgor de un milagro, la limpia mordedura de la dicha en la carne, la piel en plenilunio. (AURORA LUQUE, Problemas de doblaje)
Árido mar.
Apacienta la sed
de mi silencio. (ADA SALAS, Variaciones en blanco)
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Si en la noche la sombra se perdiera,
si en la sombra la angustia se ahuyentara, noche y sombra para mí quisiera.
Suavidad hecha voz que me anegara en la dulzura de un ayer perdido que en torrentes de luz se derramara.
Dulce voz que es ausencia y es olvido y empapada de llanto se refleja en la noche, vertida en su sonido. (MARÍA ENCISO, Cristal de las horas. Poemas)
Por tejas y chimeneas, entre veletas y agujas, por aceras y calzadas, por callejuelas obscuras. corre la Alarma de noche, corre en un grito, desnuda. Ojos de fuego y melena, al viento entregada, aúlla. (ROSA CHACEL, Homenajes)
¿En qué luna nueva, amor, me volverás a encontrar?
¿Será en la tierra, en el mar, o será, arriba, en el viento?
En mi corazón presiento que no es posible olvidar...
¿En qué luna nueva, amor, he de volverte a encontrar? (CONCHA MÉNDEZ, Surtidor)
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Nos ha vivido el tiempo y de repente hemos quedado huérfanos de vida y no hallamos respuestas ni salida para esta desnudez tan inclemente.
Pero queda en nosotros un creciente anhelo de ganarle la partida a esta desolación que inadvertida se nos acerca solapadamente.
Dame tu mano al borde de esta nada y nademos en contra de las olas como buscan los náufragos la playa,
sin pensar en la orilla deseada. Porque es mejor nadar juntos que a solas y por si acaso el corazón nos falla. (FRANCISCA AGUIRRE, Ensayo general)
Porque me siento morir y quiero esta muerte mía, porque temo la agonía que me queda por vivir, no me dejes persistir en esta pobre existencia... y si atisbo Tu presencia mientras muero cada día, ¿qué me importa la porfía de los que ocultan Tu ausencia? (ERNESTINA DE CHAMPOURCÍN, Cárcel de los sentidos) |
Yo dolía por un hijo. Toda mi entraña se abría en sed de un hijo. ¡Ah, que ya sé por qué mi vigilante espíritu no quiso desgajarse una rama! Pero soy madre crucificada en todos los niños que saltaron en chispas por ímpetu de la ronca metralla enemiga. Y estoy doliendo hasta donde se acaba la sangre de mi vientre. (CARMEN CONDE, Mientras los hombres mueren)
Lo descubrí con la frente apoyada en el escaparate de la pastelería y en los ojos blancos, increíbles, le reconocí: era Dios y estuve a punto de decírselo: Te ves más viejo desde la última vez. Pero me pareció tan triste que hice como si no lo conociera. (ANA Mª MOIX, Baladas del dulce Jim)
Mi hijo vive conmigo, va dentro de mi sangre, pero no os lo daré nunca si antes de que mi cuerpo esté seco no alejáis eternamente la guerra de nuestro suelo. Yo no me abriré en fruto para que vuestro fruto me dé la muerte. (CARMEN CONDE, Mientras los hombres mueren)
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