Muriérame, sí pero no antes de saber qué me anuncia este desasosiego, rosa gladiolo o en mi vientre ascua. No antes que, febriles, mis dedos por tus ropas desordenándolas las desabotonen, se introduzcan y lleguen y puedan contemplar, averiguarte, con su novicio tacto. (ANA ROSSETTI, Devocionario)
He visto la poesía creciéndote en los muslos. He visto por tu carne el eje de mi voz, y las palabras tatuando tu cintura.
Ahora comprendo, porque está tan claro, que nunca dejaré de desearte. (JOSEFA PARRA, La hora azul)
Tu nombre se me enciende en la boca igual que parpadean las estrellas. Mi paladar saborea sus luces y la mezcla de letras dice lo que no sé decir: ese bocado que siempre sabe nuevo. Saboreo tu nombre, cristal líquido que escribe mi deseo. (ÁNGELES MORA, Bajo la alfombra) |
VELADAMENTE, descorriendo pestillos, ha llegado hasta mi cuarto una pantera translúcida con la piel de diamante que me morderá la nuca cuando menos lo espere. Es el deseo. (ALMUDENA GUZMÁN, Usted)
Esta es la hora del deseo ardiente. De mi cerebro una centella cae en mi pecho y me abro al espacio como un eco. (CLARA JANÉS, Los secretos del bosque)
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LA POESÍA Y LAS POETAS. BANCO DE TEXTOS.
DESEO
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