3.10 Elementos fundamentales del relato literario (aspectos teóricos)

Como se dijo en el apartado correspondiente de lengua gallega, un elemento fundamental en el relato literario es la voz del narrador. A veces, habla en primera persona; otras, en tercera persona...

En un relato literario, el narrador puede ser:

  • Protagonista: cuando el relato se narra en primera persona.

  • Testigo: cuando el relato se narra, por lo general, en primera persona. El narrador es testigo de los hechos relatados.

  • Omnisciente: cuando el relato se narra en tercera persona, el narrador se sitúa fuera de la historia y se refiere a ella omniscientemente, es decir, sabiéndolo todo sobre los personajes (la palabra omnisciente procede del latínomnis, todo, y sciens, -entis, que sabe).

  • Observador: cuando el relato se narra en tercera persona. El narrador se sitúa fuera de la historia pero se limita a describir la acción de los personajes sin ser conocedor de sus pensamientos, de sus emociones, etc.

  • En segunda persona: el narrador se puede dirigir al protagonista de la historia o bien recurrir a la estructura epistolar.

Actividades propuestas

S39- Escriba a la derecha de cada texto en qué persona habla el narrador de estos textos.

 

 

 

Nuestra expedición había sido cuidadosamente planeada. Dos grandes cargos habían transportado nuestras provisiones y nuestro equipo desde la base lunar del Mare Serenitatis, a ochocientos kilómetros. Disponíamos además de tres pequeños cohetes destinados al transporte a cortas distancias en regiones en las que era imposible servirse de los vehículos de superficie. Afortunadamente, la mayor parte del Mare Crisium es llana. ..Yo era el geólogo, o selenólogo, si quieren ser ustedes pedantes, jefe del grupo destinado a la exploración de la zona sur del Mare. Habíamos recorrido un centenar y medio de kilómetros en una semana, bordeando los contrafuertes de las montañas que dominaban la playa de lo que, muchos millones de años atrás, había sido un antiguo mar. Cuando la vida se había iniciado en la Tierra, aquel mar estaba ya moribundo.

Clarke, Arthur C., El centinela. Edición digital en [http://librostauro.com.ar/]

 

 

 

Sin embargo, hay quien asegura que era más llevadera esta mujer inaguantable, que su hija Carpia, moza ya metida en los diecinueve, tan desaliñada y puerca como su madre, pero más baja de estatura, más morena, más chata, tan recia de voz y tan larga de lengua, y, además, cancaneada. Era de oficio sardinera, y cosa de taparse la gente los oídos y los ojos, y aun las narices, cuando ella pasaba con el carpancho lleno, encima de la cabeza, chorreando la pringue sobre hombros y espaldas, cerniendo el corto y sucio refajo al compás del vaivén chocarrero de sus caderas, pregonando a gañote limpio la mercancía.

 

 

 

Pereda, José María, Sotileza, Biblioteca Virtual Instituto Cervantes.

 

 

 

 

Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh?

Allan Poe, Edgar, El corazón delator [Wikisource.org]

 

 

 

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