3.6 Transformaciones literarias del siglo XVIII

El siglo XVIII es, en toda Europa, una época de notables cambios y reformas. Se caracteriza por el análisis intelectual de la naturaleza humana y por el anhelo de saber.

A finales del siglo XVII comienzan a someterse a discusión las creencias y convicciones tradicionales anteriores, sobre todo por parte de la burguesía. Estas ideas quedan reflejadas en el movimiento cultural e ideológico que se desarrolla en el siglo XVIII y que recibe el nombre de Ilustración.

Los ilustrados, hombres de letras, pensadores, científicos, activistas, deseaban transformar la sociedad de su tiempo. Los rasgos esenciales de su ideología son los siguientes:

  • Culto a la razón: liderazgo de la razón frente a la ignorancia o la sumisión.

  • Fe en el progreso: confianza en el poder de la ciencia y la técnica para mejorar la vida de las personas.

  • Laicismo: los sectores religiosos sufren retroceso mientras que el escepticismo e incluso un cierto agnosticismo ganan terreno.

  • Reformismo: los gobiernos practican el Despotismo Ilustrado bajo el lema: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.

  • Afán didáctico: los ilustrados consideran que el saber hace al hombre más libre; por ello apuestan por la educación del pueblo. Promueven escuelas y colegios, y la reforma y extensión de la educación.

  • En España se crean instituciones culturales como la Biblioteca Nacional (1712), la Real Academia de la Lengua (1713), el Museo del Prado, inicialmente Real Gabinete de Historia Natural (1785)…

  • Surgen los primeros periódicos que, junto a las Sociedades de Amigos y a las Tertulias, ayudan a difundir las ideas ilustradas

Tendencias literarias del siglo XVIII

La producción literaria del siglo XVIII presenta tres tendencias:

  • Posbarroquismo o periodo de transición Se continúa con el estilo barroco, aunque sólo en las características externas. El único escritor notable es Diego de Torres Villarroel. Algunos pensadores de la época, como el Padre Isla, lucharon contra esta tendencia.

  • Neoclasicismo. Influido por el modelo francés. La creación literaria se somete a las normas clásicas. Las reglas que ha de seguir son, en líneas generales:

    • La obra tendrá una validez universal y su finalidad es educativa o moral.

    • Dominan la moderación y el buen gusto.

    • En teatro se vuelve a la regla de las tres unidades: unidad de acción, lugar y tiempo.

El ensayo, género literario aparecido en esta época, tuvo gran difusión y trata temas filosóficos, educativos, científicos... La literatura de creación sufrió un gran retroceso.

  • Prerromanticismo. Surge en el último tercio del siglo, como reacción al Neoclasicismo. Los escritores prerrománticos defienden el sentimiento frente a la razón, critican las reglas impuestas por los neoclásicos y sientan las bases de la literatura romántica del siglo XIX. La obra más representativa es Noches lúgubres de José Cadalso.

Principales géneros literarios

  • El teatro. A pesar de que el teatro es uno de los principales géneros del siglo XVIII, no existen grandes dramaturgos hasta que Leandro Fernández de Moratín compone sus obras.

El teatro neoclásico debía estructurarse siguiendo las reglas de las tres unidades: unidad de acción (una única historia), unidad de espacio (un único lugar), y unidad de tiempo (en un máximo de 24 horas).

Leandro Fernández de Moratín es, como decimos, el autor más destacado del género. Sus cinco obras se ajustan a las normas de la comedia neoclásica. Tres de ellas tratan el tema de la falta de libertad de las jóvenes para escoger marido y los arreglos matrimoniales de sus padres: El viejo y la niña, El Barón, El sí de las niñas. La cuarta obra, La mojigata, trata sobre la falsa piedad, y La comedia nueva o el café hace una crítica de las comedias barrocas que se escribían todavía a finales del siglo XVIII.

  • La poesía. La poesía no alcanzó un gran nivel. Hubo dos escuelas: la de Salamanca, en la que destacan Meléndez Valdés y Cadalso, y la de Sevilla, a la que pertenece Alberto Lista.

Alcanzaron gran difusión las fábulas, breves composiciones poéticas que encierran una enseñanza moral o “moraleja”. Sus personajes suelen ser animales, seres inanimados o abstractos… Los dos grandes fabulistas de la época fueron Tomas de Iriarte y Félix María Samaniego.

  • El ensayo. Es un escrito en prosa, generalmente breve, de carácter didáctico e interpretativo, en el que el ensayista aborda desde un punto de vista personal y subjetivo, temas diversos, con flexibilidad de métodos y clara voluntad de estilo.

En el siglo XVIII, este género se convierte en un vehículo intelectual al servicio del afán educativo y reformista de la Ilustración. Se centra en la búsqueda de remedios para los problemas que aquejaban a España, especialmente la decadencia económica y el analfabetismo de la mayoría de la población. Para llevar a cabo esta labor, contaron con todos los medios que estaban a su disposición: la enseñanza, los periódicos, academias y sociedades, el teatro… Los autores más destacados en este género fueron Feijoo, Cadalso y Jovellanos.

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