3.7 La Regenta

Tomo I. I.

La heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles…

Vetusta, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacía la digestión del cocido y de la olla podrida, y descansaba oyendo entre sueños el monótono y familiar zumbido de la campana de coro, que retumbaba allá en lo alto de la esbelta torre en la Santa Basílica. -La torre de la catedral, poema romántico de piedra, delicado himno, de dulces líneas de belleza muda y perenne, era obra del siglo diez y seis, aunque antes comenzada, de estilo gótico, pero, cabe decir, moderado por un instinto de prudencia y armonía que modificaba las vulgares exageraciones de esta arquitectura. La vista no se fatigaba contemplando horas y horas aquel índice de piedra que señalaba al cielo…

Cuando en las grandes solemnidades el cabildo mandaba iluminar la torre con faroles de papel y vasos de colores, parecía bien, destacándose en las tinieblas, aquella romántica mole; pero perdía con estas galas la inefable elegancia de su perfil y tomaba los contornos de una enorme botella de champaña. Mejor era contemplarla en clara noche de luna, resaltando en un cielo puro, rodeada de estrellas que parecían su aureola, doblándose en pliegues de luz y sombra, fantasma gigante que velaba por la ciudad pequeña y negruzca que dormía a sus pies.

Bismarck, un pillo ilustre de Vetusta, llamado con tal apodo entre los de su clase, no se sabe por qué, empuñaba el sobado cordel atado al badajo formidable de la Wamba, la gran campana que llamaba a coro a los muy venerables canónigos, cabildo catedral de preeminentes calidades y privilegios [...].

Alas “Clarín”, Leopoldo, La Regenta, Cátedra (2 volúmenes), Madrid, 1989

 

 La Regenta es una de las novelas más conocidas del siglo XIX. Fue publicada en 1884 y 1885. Pertenece al realismo literario y fue escrita por Leopoldo Alas, que firmaba sus obras con el seudónimo de Clarín. En esta novela, la ciudad de Oviedo recibe el nombre de Vetusta.

Actividades propuestas

S28. Señale el sujeto y el predicado de estas oraciones tomadas del texto.

  • La heroica ciudad dormía la siesta.
  • El viento Sur empujaba las nubes blanquecinas.
  • Vetusta descansaba entre sueños.
  • La torre de la catedral era un poema de piedra.

S29. Corrija los errores de concordancia en estas oraciones.

  • La heroica tropa dormían en el campamento.
  • Esta clase de insectos son casi indestructibles.
  • El grupo que llegaron era muy numeroso.
  • Hacen muchos meses que no lo veo.

S30.  Escriba al lado de cada oración el sujeto elíptico que le corresponde.

  • Entrarán por la costa oeste, dejando abundantes lluvias.
  • Defendieron muy bien y marcaron tres goles.
  • Aparte de Guerra y paz, escribió otras muchas novelas.
  • Hice la compra en el súper de la esquina.

S31. Diga de qué tipo son estas oraciones por la actitud del hablante.

    • ¿A qué hora sale el tren?

    • ¡Ponte a hacer los deberes!

    • Hoy ha sido el día más frío del invierno.

    • ¡Cómo he llorado con el final de la película!

 En estas direcciones puede encontrar actividades de refuerzo y ampliación:

En el apartado de sintaxis: orden de la oración, corrección sintáctica, oración simple.

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