Los elementos de la narración
Los elementos esenciales de un texto narrativo son cinco: narrador, acción, personajes, tiempo y espacio. A continuación, encontrarás toda la información que necesitas sobre cada uno de ellos.
Los elementos esenciales de un texto narrativo son cinco: narrador, acción, personajes, tiempo y espacio. A continuación, encontrarás toda la información que necesitas sobre cada uno de ellos.
El narrador es una entidad ficcional a la que el autor cede la palabra para que cuente la historia. Teniendo esto en cuenta, es esencial diferenciar entre el autor (quien escribe la historia) y el narrador (quien cuenta la historia), ya que el autor decide quién será el narrador y cómo lo hará.
Existen varios tipos de narradores, dependiendo del punto de vista que se adopte para contar la historia.
Hace muchos años tuve un amigo que se llamaba Jim, y desde entonces nunca he vuelto a ver a un norteamericano más triste. Desesperados he visto muchos. Tristes como Jim, ninguno. Una vez se marchó a Perú, en un viaje que debía durar más de seis meses, pero al cabo de poco tiempo volví a verlo. Roberto Bolaño, Jim.
A pocos minutos de ocultarse el sol por detrás de la serranía azulada que flanquea la aldea de N... y cada una de cuyas crestas tiene en la toponimia de aquel mísero lugar un nombre de resonancias a la vez familiares y misteriosas, tres chiquillos, subidos a un montículo rocoso que se yergue en las afueras, acababan de ver marcharse la última rayita incandescente del sol de agosto cuando avistaron, aún lejos, por el abrupto camino que nace a dos leguas y media en la cabeza de partido más cercana, un automóvil negro que les pareció de servicio público y dejaron sus juegos para mirarlo llegar. Carmen Martín Gaite, Retahílas.
Ocurre una cosa graciosa con las madres y los padres. Aunque su hijo sea el ser más repugnante que uno pueda imaginarse, creen que es maravilloso. Algunos padres van aún más lejos. Su adoración llega a cegarlos y están convencidos de que su vástago tiene cualidades de genio. (...) Al cumplir los tres años, Matilda ya había aprendido a leer sola, valiéndose de los periódicos y revistas que había en su casa. A los cuatro, leía de corrido y empezó, de forma natural, a desear tener libros. El único libro que había en aquel ilustrado hogar era uno titulado Cocina fácil, que pertenecía a su madre. Una vez que lo hubo leído de cabo a rabo y se aprendió de memoria todas las recetas, decidió que quería algo más interesante. Roal Dahl, Matilda.
El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros. Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada.
Andrés se encontraba tan bien, que sentía temores. ¿Podría durar esta vida tranquila? ¿Habría llegado, a fuerza de ensayos, a una existencia no sólo soportable, sino agradable y sensata? Su pesimismo le hacía pensar que la calma no iba a ser duradera. “Algo va a venir el mejor día -pensaba- que va a descomponer este bello equilibrio”. Muchas veces se le figuraba que en su vida había una ventana abierta a un abismo. Asomándose a ella, el vértigo y el horror se apoderaban de su alma. Por cualquier cosa, por cualquier motivo temía que este abismo se abriera de nuevo a sus pies. Pío Baroja, El árbol de la ciencia.
Los personajes son los seres (humanos, animales, fantásticos) que llevan a cabo las acciones y que, en consecuencia, hacen que el argumento progrese. Hay muchas maneras de clasificarlos.
Debemos distinguir entre:
Dependiendo de este factor, se suele distinguir entre:
Las acciones que se cuentan en una narración deben estar siempre enmarcadas en un tiempo y un espacio. En cuanto al primero, podemos distinguir...
Pero también es importante tener en cuenta el orden del discurso, sobre el que podemos diferenciar:
Corresponde al orden en que se cuentan los hechos (se cuenta primero lo que ocurrió primero, o no). De acuerdo con esto se pueden contar los hechos siguiendo diferentes criterios.
Estos enfoques permiten al autor jugar con el tiempo y la secuencia de los eventos para crear una estructura narrativa única.
En cuanto al espacio narrativo, este está formado por el conjunto de referencias espaciales hechas por el narrador. Puede ser cerrado o abierto, realista o fantástico, etcétera.
El espacio narrativo se refiere al escenario o lugares en los cuales tienen lugar los eventos y circunstancias que componen una narración. Este espacio es fundamental para comprender las acciones que los personajes llevan a cabo.
En una narración, el espacio puede estar definido de manera precisa (mediante nombres y/o descripciones detalladas) o simplemente ser sugerido de una forma más general. Además, es muy habitual que en una misma historia las acciones tengan lugar en distintas ubicaciones, ya que los personajes se suelen desplazar y explorar otros lugares.
La importancia y el peso del espacio en la trama pueden variar ampliamente. A veces sirve meramente como un marco para la historia y otras adquiere un rol protagonista, actuando casi como un personaje más. Incluso, en ciertos casos, el espacio puede reflejar los sentimientos y estados emocionales de los personajes, contribuyendo de manera significativa a la narrativa.
Aunque hay muchos tipos de espacio posibles, una categorización habitual es la siguiente:
El género narrativo cuenta con una gran flexibilidad a la hora de ser construidas. De hecho, de la manera de escribirlas depende muchas veces que una historia nos atrape o nos aburra en seguida. Por ello, quien narra una historia precisa dar con la tecla para saber proporcionar todos los detalles que un lector o un oyente quiere recibir.
Para construir una buena historia, debemos prestar atención a su estructura. A continuación, diferenciamos entre la estructura clásica, que narra los acontecimientos de manera lineal, y otras posibles estructuras:
La estructura clásica para una narración es la siguiente:
Con todo, existen otras posibles estructuras narrativas para construir una historia. Algunas de ellas son:
Estructura circular: La historia concluye de la misma manera en que comenzó, cerrando el ciclo narrativo. Un ejemplo clásico de esta estructura se encuentra en Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, donde el libro termina en el mismo punto en que comenzó.
Estructura de muñecas rusas: En ella, una historia sirve como marco o pretexto para varias otras historias anidadas en su interior. Las mil y una noches es un ejemplo clásico de esta estructura, donde el personaje principal, Scheherazade, cuenta una serie de historias para evitar su ejecución por parte del rey. Cada historia conduce a otra, creando una estructura en capas.
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