Los mitos son narraciones que se empleaban para explicar grandes eventos o dar respuesta a grandes preguntas del ser humano, como el origen del mundo. También el tiempo y su transcurso fueron objeto de explicación mítica. Para los antiguos, que vivieron en sociedades precientíficas, entender por qué se pasa de una estación a otra exigía una explicación mítica.

Uno de los recursos más usados en la mitología (y el arte que bebe de ella) es la personificación, es decir, representar como personas o deidades diferentes ideas, como el amor, el tiempo o la fortuna. Puesto que este tipo de elementos son abstractos, la personificación facilitaba su comprensión. 

Existen muchas personificaciones del tiempo en la Antigüedad grecolatina. Por ejemplo, Aion es el dios de la eternidad y el tiempo cíclico. Se representa con el cuerpo de un joven varón rodeado por una serpiente. Puedes ver un ejemplo conservado en Mérida aquí. Por su parte, Jano es el dios de los comienzos y los finales y se retrata con dos rostros. ¿Encuentras a Jano en este cuadro?

Pero no solo se representan nociones tan abstractas relativas al tiempo, sino que también encontramos personificaciones de las estaciones del año. Así, Ovidio en sus Metamorfosis nos habla de las siguientes representaciones:

• Ver es la primavera y llevaba una corona de flores
• Aestas, el verano, se representaba con espigas
• Autumnus u otoño llevaba uvas y hojas de vid
• Hiems, el invierno, se retrataba con un velo cubriéndole la cabeza

Ahora tú...

Piensa una noción del tiempo. Para ello, debes atribuirle una característica. Por ejemplo, el tiempo fugaz.

Después relaciona elementos (naturales o no) que te recuerden a esa característica. 

Por último, dibuja su personificación.