Saltar la navegación

Actividades: la descripción objetiva y subjetiva

Actividades: la descripción objetiva y subjetiva

Como ya hemos visto, las descripciones de personas pueden ser muy variadas según la intención de la persona que la escriba. Conocer esta intención es fundamental para entender la imagen que se nos desea presentar sobre lo descrito: ¿desea transmitir una valoración exacta y objetiva de lo descrito? ¿O por el contrario busca centrarse en sus percepción personal de lo descrito, para así transmitírsela al receptor?

Ahora, lee los siguientes dos textos y reflexiona. ¿Son descripciones objetivas o subjetivas? ¿Qué imagen buscan transmitir de lo descrito? ¿En dónde podemos ver la intención de los autores?

Lee y responde

Lee el siguiente texto descriptivo y responde a las preguntas a continuación.

El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia, se levantaba del catre y salía al campo, llevando hasta el pasto la media docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer. Vivían de esta escasez mis abuelos maternos, de la pequeña cría de cerdos que después del desmame eran vendidos a los vecinos de la aldea. Azinhaga era su nombre, en la provincia del Ribatejo.

Se llamaban Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha esos abuelos, y eran analfabetos uno y otro. En el invierno, cuando el frío de la noche apretaba hasta el punto de que el agua de los cántaros se helaba dentro de la casa, recogían de las pocilgas a los lechones más débiles y se los llevaban a su cama. Debajo de las mantas ásperas, el calor de los humanos libraba a los animalillos de una muerte cierta. Aunque fuera gente de buen carácter, no era por primores de alma compasiva por lo que los dos viejos procedían así: lo que les preocupaba, sin sentimentalismos ni retóricas, era proteger su pan de cada día, con la naturalidad de quien, para mantener la vida, no aprendió a pensar mucho más de lo que es indispensable. Ayudé muchas veces a éste mi abuelo Jerónimo en sus andanzas de pastor, cavé muchas veces la tierra del huerto anejo a la casa y corté leña para la lumbre, muchas veces, dando vueltas y vueltas a la gran rueda de hierro que accionaba la bomba, hice subir agua del pozo comunitario y la transporté al hombro, muchas veces, a escondidas de los guardas de las cosechas, fui con mi abuela, también de madrugada, pertrechados de rastrillo, paño y cuerda, a recoger en los rastrojos la paja suelta que después habría de servir para lecho del ganado. Y algunas veces, en noches calientes de verano, después de la cena, mi abuelo me decía: "José, hoy vamos a dormir los dos debajo de la higuera".

Había otras dos higueras, pero aquélla, ciertamente por ser la mayor, por ser la más antigua, por ser la de siempre, era, para todas las personas de la casa, la higuera. Más o menos por antonomasia, palabra erudita que sólo muchos años después acabaría conociendo y sabiendo lo que significaba. En medio de la paz nocturna, entre las ramas altas del árbol, una estrella se me aparecía, y después, lentamente, se escondía detrás de una hoja, y, mirando en otra dirección, tal como un río corriendo en silencio por el cielo cóncavo, surgía la claridad traslúcida de la vía lactea, el camino de Santiago, como todavía le llamábamos en la aldea. Mientras el sueño llegaba, la noche se poblaba con las historias y los sucesos que mi abuelo iba contando: leyendas, apariciones, asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra, palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía despierto, al mismo que suavemente me acunaba. Nunca supe si él se callaba cuando descubría que me había dormido, o si seguía hablando para no dejar a medias la respuesta a la pregunta que invariablemente le hacía en las pausas más demoradas que él, calculadamente, le introducía en el relato: "¿Y después?". Tal vez repitiese las historias para sí mismo, quizá para no olvidarlas, quizá para enriquecerlas con peripecias nuevas. En aquella edad mía y en aquel tiempo de todos nosotros, no será necesario decir que yo imaginaba que mi abuelo Jerónimo era señor de toda la ciencia del mundo. Cuando, con la primera luz de la mañana, el canto de los pájaros me despertaba, él ya no estaba allí, se había ido al campo con sus animales, dejándome dormir. Entonces me levantaba, doblaba la manta, y, descalzo (en la aldea anduve siempre descalzo hasta los catorce años), todavía con pajas enredadas en el pelo, pasaba de la parte cultivada del huerto a la otra, donde se encontraban las pocilgas, al lado de la casa.

José Saramago, Discurso de aceptación del Premio Nobel (extracto)

Reflexiona y responde

1 - Interpretar, analizar y obtener información que ofrecen los textos:

  • ¿Ante qué tipo de descripción estamos? ¿Por qué?
  • ¿Cómo se describe la relación entre los abuelos y el narrador?
  • ¿Cómo es posible que alguien que no supiese leer ni escribir fuese "señor de toda la ciencia del mundo"?
  • Además de la descripción de los abuelos... ¿qué otros elementos se describen? ¿Cómo son estos?

2 - Uso del diccionario: busca en el diccionario las siguientes palabras y explica su significado en el texto.

  •  Antonomasia, erudito, escaramuza, primor.

3 - Educación emocional y en valores:

  • ¿Qué valores familiares se reflejan en la forma en que los abuelos del autor cuidaban de los animales?
  • ¿Qué podemos obtener de la preservación de las historias y tradiciones familiares?
  • ¿Cómo te hace sentir la descripción de las noches compartidas entre el autor y su abuelo?

Lee y responde

                       

                       

                

¡Cómo expresar mis emociones ante aquella catástrofe, ni describir al desdichado al que con tan infinitos trabajos y cuidados me había esforzado en formar! Sus miembros eran proporcionados, y había seleccionado unos rasgos hermosos para él. ¡Hermosos! ¡Dios mío!

Su piel amarillenta apenas cubría la obra de músculos y arterias que quedaba debajo; el cabello era negro, suelto y abundante; los dientes tenían la blancura de la perla; pero estos detalles no hacían sino contrastar espantosamente con unos ojos aguanosos que parecían casi del mismo color que las órbitas blancuzcas que los alojaban, una piel apergaminada y unos labios estirados y negros. ¡Ah! No había mortal capaz de soportar el horror de aquel semblante. Una momia a la que dotaran nuevamente de animación no podría ser tan espantosa como aquel desdichado.

Mary Shelley, Frankenstein (extracto adaptado)

Reflexiona y responde

1 - Interpretar, analizar y obtener información que ofrece el texto:

  • ¿Ante qué tipo de descripción estamos? ¿Por qué?
  •  ¿Cómo se describe el ambiente o el entorno durante la creación del monstruo?
  • ¿Qué elementos o partes del cuerpo se utilizan para construir al monstruo? ¿Cómo se describen estos?
  • En el texto se refiere varias veces al "monstruo" como un "desdichado". ¿Por qué crees que lo llama así?

2 - Educación emocional y en valores:

  •  ¿Cómo te imaginas que se siente el monstruo al ser creado y despertar a la vida?
  •  ¿Qué valores éticos crees que se plantean en esta situación?

Creado con eXeLearning (Ventana nueva)