La Antigüedad
Como hemos podido ver en la historia de las lenguas de España, el castellano es una evolución del latín, es decir, se trata de una lengua romance, como el gallego, el francés, el italiano o el catalán. Cuando los romanos invaden la península ibérica comienza la romanización, entre cuyas medidas está la imposición del latín, pero en esos lugares habitaban otras sociedades, las sociedades prerromanas. Por lo tanto, se da una situación de contacto lingüístico.
Las lenguas prerromanas
No conocemos todas las lenguas que se hablaban en la península ibérica cuando llegaron los romanos. Los investigadores, incluso, han encontrado idiomas que no se han podido identificar. No obstante, en aquel tiempo, la población mayoritaria en las zonas en las que después surge el castellano son celtas y celtíberos. De aquel período todavía se conserva el euskera, una lengua de la que no se conoce el origen y, seguramente, la lengua más antigua de Europa. Otras lenguas de la península eran el íbero, el tartesio o el lusitano.
Se cree que el íbero podría funcionar como lingua franca en un territorio multilingüe como era la península ibérica.
El dominio del latín
Con la llegada de los romanos, comienza la romanización. Como consecuencia, en cada zona se da una situación de bilingüismo social, en el que se puede reconocer un proceso de poliglosia. Y es que el latín se impone de arriba a abajo, es decir, la lengua de los poderosos es el latín, que debe ser aprendida por todos los habitantes, quienes, en su vida cotidiana, hablan otras lenguas. En sus intercambios comerciales, además, el latín funcionaría como lengua vehicular de todo el Imperio romano, no solo de las provincias peninsulares.
→ Cuando las lenguas están en contacto, es habitual que se impregnen de elementos (normalmente, léxicos) de otras lenguas. Al principio se mezclan en el habla de la gente y, si estos cambios se mantienen en el tiempo, pasan a formar parte de la lengua en cuestión.
El latín estuvo influido por las lenguas que se hablaban en los territorios invadidos. Esta influencia se materializa, especialmente, en préstamos léxicos (pero también puede tratarse de influencia fonética o gramatical) y se conoce como sustrato lingüístico.
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La romanización tuvo un efecto determinante en todo el Imperio, tanto es así que se considera la base de nuestra actual cultura occidental. Podemos comprobarlo en el mapa lingüístico de la Europa actual: de las lenguas que se hablaban previamente en el territorio ocupado por los romanos, tan solo ha sobrevivido el vasco o euskera. Eso sí, las lenguas prerromanas dejaron huellas en el latín en forma, principalmente, de vocabulario, muestra del contacto lingüístico de aquel entonces.
Latín clásico y latín vulgar
Así pues, el latín se convirtió en la única lengua de los habitantes del Imperio romano. La situación sociolingüística se caracteriza por la diglosia: convivían dos variedades, el latín clásico, reservado para contextos formales (gobierno, literatura, educación), y el latín vulgar, el que hablaba normalmente la gente en contextos informales.
En pocas palabras
De este período, como acabamos de ver, lo más relevante es la implantación del latín en la península como lengua oficial y lengua vehicular, un latín que en el habla fue adoptando palabras propias de las lenguas preexistentes (el sustrato lingüístico).
Sustrato prerromano
Celta
álamo, abedul, garza, puerco, cantiga...
Íbero
perro, conejo, charco...
Celtíbero
cerveza, colmena, toro...
Euskera
izquierda, mochila, pizarra...
Proceso de implantación de la cultura, las costumbres, la lengua y las leyes romanas en los territorios dominados.
Edad Media
La Edad Media ocupa de los siglos V al XV. En este período asistimos al nacimiento del castellano y a su adopción como lengua de poder. El castellano fue la lengua romance que adoptó la corona de Castilla y su suerte estuvo desde entonces vinculada a la historia política de esta.
Repasemos sus momentos más relevantes.
El latín vulgar y las lenguas germánicas
Estamos en el siglo V d. C. En cada provincia del Imperio romano se hablaba una variedad de latín vulgar, una variedad propia de contextos informales (mientras que para los contextos formales estaba reservado el latín clásico). Estas son las más permeables a los cambios y terminarán evolucionando para convertirse en lo que hoy son las lenguas romances.
El Imperio romano se está desquebrajando y otros pueblos amenazan su estabilidad. Entonces, como sabes, procedentes del norte comienzan su ofensiva distintos pueblos germánicos, de los cuales triunfan en la península los suevos y visigodos. Estos mantienen el latín como lengua del poder, algo bastante conveniente si tenemos en cuenta que la población general también hablaba latín.
De las lenguas germánicas, se incorporan préstamos como guerra o ropa o nombres propios (onomástica) como Álvaro, Rodrigo, Elvira o Alfonso. |
El romance y el árabe
Saltemos al siglo VIII. La península, en la que se habla mayoritariamente latín vulgar visigótico, es invadida por otra sociedad más, procedente del norte de África y que habla árabe. Tras unas décadas de conflicto, se afianza el control de buena parte de la península por parte de los árabes. La situación de contacto vuelve a ser la diglosia, similar a lo que había ocurrido con la romanización: las élites hablaban árabe, idioma que se iba imponiendo poco a poco de arriba a abajo, mientras que la población mantenía su idioma, el latín visigótico.
Igual que buena parte de la población adoptó la religión musulmana, también cambiaron su lengua al árabe. Es en la población cristiana en la que se ven los efectos del contacto lingüístico: el latín visigótico que hablaban evolucionó de forma distinta a otras variedades de latín vulgar, dando lugar al mozárabe. Como no podía ser de otra manera, esta lengua está llena de préstamos del árabe, la lengua de poder. A través del mozárabe llegan estos préstamos a otras lenguas romances de la península.
El árabe es la lengua que más vocabulario aportó al castellano. Algunos de sus préstamos son zanahoria, alcachofa, almacén, alféizar, alcantarila, alcalde, almirante, álgebra, algoritmo...
¿Sabías que...?
Al- es un recuerdo del determinante árabe. Fíjate en la palabra azúcar, que proviene de al sukar. No solo el castellano recibió este tipo de vocabulario, sino también otras lenguas, debido a los intercambios comerciales con el norte de África. Fíjate cómo se dice azúcar en otras lenguas: azucre, açúcar, zucchero, sucre, zucker, sugar, zukker, šećer... ¿Puedes identificar estas lenguas? Puedes ayudarte de un traductor en línea.
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El castellano medieval
Es difícil (incluso, imposible) determinar cuándo surge el castellano, es decir, cuándo el castellano deja de ser latín vulgar y se convierte en una lengua distinta, ya que la evolución es constante. Es por ello que para referirnos a la lengua medieval solemos emplear el término "romance". Este es un período intermedio: todavía no es castellano, pero ya se diferencia mucho del latín.
Especialmente entre los siglos IX y XII, los reinos cristianos se van consolidando y, con ellos, sus lenguas.
En buena parte de la Edad Media, todavía la cultura escrita es en latín. No encontramos muestras escritas de romance hasta el siglo XI, en unas anotaciones al margen de un texto latino, conocidas como Glosas Silenses (en romance castellano) y Glosas Emilianenses (en romance aragonés). Se trata de romances muy cercanos todavía al latín, por lo que es difícil diferenciar rasgos distintivos también entre las dos variedades.
A partir de entonces, el reino de Castilla va ganando poder y va imponiendo su lengua en los territorios que domina. Alfonso X convierte el castellano en lengua del gobierno y administración (antes se empleaba mayoritariamente el latín). De este tiempo proceden la mayor parte de los tecnicismos y cultismos latinos, puesto que en castellano no existían palabras para denominar ciertas realidades que hasta el momento se designaban en latín. Algunos ejemplos son dureza, ungüento o celestial. Como ocurría con los romanos, es una imposición de arriba a abajo, es decir, el castellano es la lengua de poder, hegemonía que solo compartía con el latín en algunos contextos, como el religioso o educativo.
¿Sabías que...?
Castilla era un condado perteneciente al reino de León. Desde el siglo X, va ganando autonomía gracias a condes como Fernán González, pero hasta el siglo XI no consigue la independencia. Es entonces cuando se constituye como reino.
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Elemento que una lengua toma de otra.
En pocas palabras
En la Edad Media el latín vulgar hablado en una zona del norte de la península fue evolucionando hasta convertirse en lo que conocemos por castellano. Por sus contactos con otras lenguas, adoptó préstamos de la lengua de los gobernantes visigodos y de los gobernantes árabes. Favorecida por el poder regio, se nutre de nuevos términos y se convierte en lengua de ciencia, de gobierno y de administración en la corona de Castilla.
De la Modernidad hasta nuestros días
En la Modernidad, la historia del castellano sigue vinculada a la política imperialista de los gobernantes de Castilla.
Siglo XV
Isabel I escoge el castellano como lengua única de gobierno y administración
Isabel I promueve la implantación del castellano en los territorios colonizados de América, África y, después, Asia. Además, obliga a que la lengua empleada por toda su administración sea el castellano, también, por ejemplo, en el reino de Galicia, dependiente de la corona castellana, que hasta entonces empleaba el gallego-portugués.
¿Y qué pasa en las colonias?
A partir del siglo XV, la corona de Castilla emprende una serie de colonizaciones alrededor del mundo. En este tiempo se colonizan Canarias (1402-1496), América (desde 1492), Melilla (1497). En todos los territorios se impone el castellano como lengua oficial. En América el castellano, además, se convierte en lengua vehicular, necesaria en una situación de multilingüismo como la americana, puesto que existía una gran diversidad lingüística. La situación resultante es la desaparición de parte de las lenguas propias de América. Las que sobrevivieron quedaron relegadas a ambientes informales.
Otras colonizaciones
- Filipinas (s. XVII): el castellano se convierte en lengua oficial y lengua vehicular en Filipinas, un territorio multilingüe. El español se estudiaba en las escuelas, era conocido por la población de un nivel socioeconómico alto, pero no lo empleaba la mayoría de la población para comunicarse con los suyos. Fue lengua oficial hasta 1973, aunque en ese momento su dominio por parte de los hablantes había decaído enormemente. Resultado de este contacto lingüístico surge el chabacano, una lengua criolla todavía hablada hoy.
- Guinea Ecuatorial (s. XVIII): se impone el castellano como lengua oficial, situación que se mantiene hasta nuestros días. La población debe aprender el idioma de poder y, hoy, el 90% de los habitantes de Guinea hablan castellano bien o muy bien.
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Siglos XVI y XVII
Diglosia: la nobleza adopta el castellano
La situación de diglosia tiene consecuencias con respecto a las lenguas vecinas: la nobleza asturiana, valenciana y navarra también van adoptando el castellano como lengua habitual y las lenguas propias quedan relegadas a un uso popular.
Siglo XVIII
Se eleva el castellano a lengua oficial de toda España
El siglo XVIII supone la consolidación del castellano como lengua de poder en España. Esta situación de dominación se impone también en Cataluña, región que hasta el momento mantenía el catalán como lengua de poder. En territorios bilingües, siguen siendo mayoritarias las lenguas propias de cada lugar.
Siglo XIX
Búsqueda de otra convivencia lingüística
En el siglo XIX y principios del XX, los procesos de revalorización cultural y reconocimiento legal de todas las lenguas propias de España parece que caminan hacia una resituación del castellano como una lengua más de entre toda la familia de lenguas que conviven en el territorio.
Siglo XX
Prohibición de lenguas y oficialiadad
La dictadura de Franco vuelve a imponer el castellano como lengua oficial única de España (esta vez persiguiendo el uso de las otras lenguas). Con la llegada de la democracia se consolida la situación de poder del castellano (todos los habitantes de España tienen el deber de conocerlo), sobre las demás lenguas, incluso las cooficiales en su territorio, cuyo conocimiento no es obligatorio. A pesar del reconocimiento legal de todas las lenguas propias de los territorios españoles, la situación de diglosia actual beneficia al castellano, que gana hablantes cada año, en detrimento de hablantes de otras lenguas peninsulares.
Préstamo de una lengua clásica. Debido a su introducción tardía, mantiene una forma cercana a su étimo.
Palabras técnicas propias de una disciplina u oficio.