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Dobles en literatura (2/2): El hombre duplicado

Dobles en literatura

José Saramago y su hombre duplicado

El hombre duplicado es una novela del autor portugués José Saramago, publicada en 2002. La obra explora temas de identidad, existencia y las complejidades de la individualidad. Y lo hace explorando la cuestión del doppelgänger.

La trama nos relata cómo el protagonista, Tertuliano Máximo Afonso (un profesor de instituto), está viendo una película sin prestarle demasiada atención. Cuando de repente se da cuenta de que uno de los actores es completamente idéntico a él:

Lee y responde

Texto 1: Tertuliano Máximo Afonso descubre al actor que es idéntico a él

Tertuliano Máximo Afonso se levantó del sillón, se arrodilló delante del televisor, la cara tan pegada a la pantalla como le permitía la visión, Soy yo, dijo, y otra vez sintió que se le erizaba el pelo del cuerpo, lo que allí se veía no era verdad, no podía ser verdad, cualquier persona equilibrada que estuviera presente por casualidad lo tranquilizaría, Qué idea, querido Tertuliano, tenga la bondad de observar que él usa bigote y usted tiene la cara rasurada. Las personas equilibradas son así, acostumbran a simplificarlo todo, y después, pero siempre demasiado tarde, las vemos asombrándose de la copiosa diversidad de la vida (...)

Estas consideraciones, que, por obvias, saltarían a la vista de cualquier persona con la mayor naturalidad, podría haberlas producido por su propia cuenta Tertuliano Máximo Afonso si no estuviese tan concentrado buscando en la película otras situaciones en que apareciese el mismo actor secundario, o figurante con líneas de texto, como con más rigor convendría designarlo. Hasta el final de la historia, el hombre del bigote, siempre en su papel de recepcionista, apareció en cinco ocasiones más, cada vez con escaso trabajo, aunque en la última le fue dado intercambiar dos frases pretendidamente maliciosas con la protagonista. (...)

[Tertuliano Máximo Afonso] había regresado a la primera imagen, esa en que el recepcionista, en primer plano, mira de frente a Inés de Castro, y analizaba, minucioso, la imagen, trazo a trazo, facción a facción, Salvo unas leves diferencias, pensó, el bigote sobre todo, el corte de pelo distinto, la cara menos rellena, es igual que yo.  (...)

Tomó distraído la caja de la película, recorrió una vez más con los ojos lo que allí se escribía y mostraba, los rostros sonrientes de los actores principales, un breve resumen de la historia, y también, abajo, la ficha técnica, en letra pequeña, y la fecha de la !película. Ya tiene cinco años, murmuró (...). Cinco años ya, repitió, y, de repente, el mundo dio otra sacudida, no era el efecto de la impalpable y misteriosa presencia lo que lo había despertado, era algo concreto, y no sólo concreto, también documentable. Con las manos trémulas abrió y cerró cajones, de ellos desentrañó sobres con negativos y copias fotográficas, esparció todo en la mesa, por fin encontró lo que buscaba: un retrato suyo de hacía cinco años. Tenía bigote, el corte de pelo distinto, la cara menos rellena.

  • ¿Cómo reacciona Tertuliano Máximo Afonso al descubrir al actor idéntico en la película? ¿Qué detalles físicos destaca Tertuliano al compararse con él?
  • ¿Cómo afecta el descubrimiento del doble a la identidad y percepción de Tertuliano?
  • ¿Qué ve tertuliano cuando encuentra el retrato suyo de hacía cinco años? ¿De qué se da cuenta?

Este descubrimiento llena a Tertuliano de dudas sobre su propia identidad hasta el punto de no llegar a saber quién es. Y con estas dudas, una obsesión: encontrar a su doble y hablar con él.

Texto 2: los dos hombres se encuentran, finalmente

Se quedaron los dos parados mirándose. Lentamente, como si le resultara penoso arrancarse desde lo más hondo de lo imposible, la estupefacción se diseñó en el rostro de Antonio Claro, no en el de Tertuliano Máximo Afonso, que ya sabía lo que iba a encontrar. Soy la persona que le llamó, dijo, estoy aquí para que compruebe, con sus propios ojos, que no pretendía divertirme a su costa cuando le dije que éramos iguales, Efectivamente, balbuceó Antonio Claro con una voz que ya no parecía la de Daniel Santa-Clara, creía, debido a su insistencia, que habría entre nosotros una gran semejanza, pero le confieso que no estaba preparado para lo que tengo ante mí, mi propio retrato, Ahora que ya tiene prueba, puedo irme, dijo Tertuliano Máximo Afonso, No, eso no, le pedí que entrara, ahora le pido que nos sentemos para hablar, la casa está un poco descuidada, pero estos sillones están en buen estado y debo de tener algunas bebidas, aunque no hay hielo.

Y tras ese encuentro, se producirá una conversación entre los dos hombres idénticos.

Texto 3: después de encontrarse, los dos hombres conversan y reflexionan sobre su identidad y sobre la muerte

Nos mantendremos alejados, En una ciudad tan grande como esta en la que vivimos no será difícil, además, nuestras vidas profesionales son tan diferentes que nunca habría sabido de su existencia de no ser por aquella maldita película, en cuanto a la probabilidad de que un actor de cine se interese por un profesor de Historia, ésa ni siquiera tiene expresión matemática, Nunca se sabe, la probabilidad de que existiésemos tal como somos era cero, y sin embargo estamos aquí, Intentaré imaginarme que no vi la película, ésa y las otras, o mejor recordaré sólo que viví una larga y agónica pesadilla, para comprender al final que el asunto no era para tanto, un hombre igual a otro, qué importancia tiene, si quiere que le hable francamente, la única cosa que me preocupa en este momento es si, habiendo nacido en el mismo día, también moriremos en el mismo día, No veo a qué propósito viene ahora semejante preocupación, La muerte siempre viene a propósito, Usted da la impresión de que sufre una obsesión morbosa, cuando me llamó el otro día dijo las mismas palabras, y tampoco venían a cuento, Entonces me salieron sin pensar, fue una de esas frases fuera de lugar y de contexto que entran en una conversación sin que las hubiésemos llamado, Que no es el caso de ahora, Le molesta, No me molesta nada, Quizá sí le molestaría si reflexionase sobre una idea que se me acaba de ocurrir, Qué idea, La de que, si somos tan iguales, como hoy nos ha sido dado comprobar, la lógica identitaria que parece unirnos determinará que usted muera antes que yo, precisamente treinta y un minutos antes que yo, durante treinta y un minutos el duplicado ocupará el espacio del original, será original él mismo, Le deseo que viva bien esos treinta y un minutos de identidad personal, absoluta y exclusiva, porque a partir de ahora no va a tener otros, Muy simpático por su parte, agradeció Tertuliano Máximo Afonso. Se colocó la barba con todo el esmero, comprimiéndola delicadamente con las puntas de los dedos, ya no le temblaban las manos, dio las buenas tardes y se encaminó a la puerta.

  • ¿Cómo termina la conversación entre Tertuliano Máximo Afonso y Antonio Claro? ¿Crees que el encuentro resuelve o complica sus dudas existenciales
  • ¿Qué harías tú si te encontraras con tu doble? ¿Buscarías respuestas o tratarías de evitarlo? ¿Cómo crees que afectaría a tu percepción de ti mismo y de la realidad?

Escribe: carta a tu doble

Imagina que eres el doble de alguien. Un doble que vive en otro lugar y comparte contigo muchas similitudes, pero también enfrenta sus propios desafíos únicos.

Ahora sigue imaginando: ese "otro yo" te ha visto y ha decidido escribirte una carta. Ha observado tu vida, conoce tus pensamientos y comparte muchas similitudes contigo. ¿Qué te habrá contado? ¿Cómo te ha descubierto? ¿Quién es él/ella?

Ahora es tu turno: responde a la carta previa de tu "otro yo"

Recuerda estructurarla debidamente: debe haber un saludo, debéis hablar de vuestra vida (con sus similitudes y sus diferencias), de vuestros desafíos compartidos, de vuestras decisiones relevantes, de vuestras reflexiones... ¡Y no olvides despedirte! ¿Para siempre? ¿O para seguir en contacto?

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