El género gótico
El gótico es un género muy exitoso entre mediados del siglo XVIII y durante el siglo XIX. En plena Ilustración, cuando todos los intelectuales querían explicar la vida a través de la razón, aparece un género fantástico irracional, lleno de fantasmas y eventos inexplicables.
Los inicios del género gótico
El gótico aparece en 1764, con Horace Walpole y su novela El castillo de Otranto, ambientada en la Italia medieval. En esta novela, además, el autor acuña el nombre de “historia gótica”. Esta novela combina el terror con la comicidad, pues se llevan al extremo de forma caricaturesca muchos de los elementos fantásticos, como apariciones de fantasmas o voces que resuenan por el castillo. Sin embargo, muchos de los lectores de la época la interpretaron como una novela seria e, incluso, algunos llegaron a pensar que se trataba de una historia basada en hechos reales.
En 1790 Ann Radcliffe renovó el género y empezó a escribir novelas góticas serias. Con ella, el género se convirtió en uno de los más leídos en su tiempo. Este éxito explica que Jane Austen, autora satírica, escribiese una parodia de este tipo de novelas, titulada La abadía de Northanger.
¿Las novelas góticas pertenecen al género de terror?
Las novelas góticas son novelas de terror, pero dentro del gran género de terror, no todas las novelas son góticas. La propia Ann Radcliffe afirmaba sobre sus novelas que no generaban miedo mediante el horror, es decir, mostrando crímenes o escenas truculentas, sino que con su técnica narrativa sugestionaba a los lectores. Así, se genera miedo o desasosiego por lo desconocido, lo invisible y lo inexplicable.
La protagonista de esta novela, Catherine Morland, es una joven ingenua y amante de la lectura gótica. La trama se centra en las percepciones erróneas de Catherine sobre la realidad, influenciadas por su imaginación y las novelas que lee. Austen satiriza la obsesión romántica y las expectativas poco realistas en la sociedad de la época.
Sabemos muy poco de la vida de Radcliffe. Algunas de sus novelas las publicó de forma anónima, como también lo hizo otra de las pioneras en la novela de terror, Mary Shelley (autora de "Frankenstein o el moderno Prometeo"). A pesar de ello, conoció un enorme éxito de crítica y público.