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El hogar

El hogar como espacio narrativo

Todas las novelas tienen un espacio. El espacio es un elemento del texto narrativo que se refiere a todos los elementos físicos que integran el escenario de la historia. En el espacio creado en la novela habitan y actúan los personajes, pero no solo se trata de un telón de fondo de la historia. Los espacios pueden ser muy significativos, incluso simbólicos.

Un espacio habitual en las novelas es la casa en la que viven los personajes, es decir, su hogar. Sin embargo, no todos los hogares significan lo mismo.

El micromundo dentro del mundo

En algunas novelas, el espacio principal (incluso, el único espacio representado) es una casa, en el que suceden todas las acciones de la trama. Estos espacios suelen traer consigo un significado simbólico muy marcado. Así, la casa, un espacio que parece personal, pasa a representar el mundo o una sociedad concreta.

Es el caso de obras como...

Los Pazos de Ulloa (1886), de Emilia Pardo Bazán

Esta novela escriba por Pardo Bazán está ambientada en un escenario ficticio en el rural gallego. A este pazo llega Julián Álvarez, un sacerdote sensible y tranquilo, y allí se encuentra con el mundo de Pedro Moscoso, marqués de Ulloa, y los trabajadores, entre los que destacan Primitivo y su hija Sabela (madre del hijo ilegítimo del señor, Perucho). Este encuentro muestra un contraste muy claro entre la sensibilidad y raciocinio de Julián y la brutalidad de Pedro.

El pazo es un microcosmos con sus propias reglas. Sus habitantes se alejan de las convenciones sociales y están dominados por sus instintos naturales más salvajes. Se contrapone, de este modo, la cultura y la naturaleza.

Reflexiona

¿Por qué crees que la autora crea un pueblo en Galicia en lugar de usar uno que realmente existe?

La casa de Bernarda Alba (1936), de Federico García Lorca

Esta obra de teatro de García Lorca se ambienta dentro de una casa en la Andalucía rural. La acción comienza con la muerte del marido de Bernarda Alba, tras el que esta impone un luto riguroso a sus cinco hijas, con una duración de ocho años, durante el que se les prohíbe cualquier contacto con el mundo exterior. Así, se quedan las mujeres encerradas en casa. Esta se convierte en una atmósfera opresiva atmósfera y se desencadenan tensiones y rivalidades entre las hermanas, lo que acaba en tragedia.

El espacio del hogar tiene un sentido simbólico claro: la casa representa la opresión de la tradición en la España de la época, dominada por las convenciones y expectativas sociales, opuesta al deseo de libertad individual de las jóvenes.

Julián VS don Pedro

Como si también los perros comprendiesen su derecho a ser atendidos antes que nadie, acudieron desde el rincón más oscuro, y olvidando el cansancio, exhalaban famélicos bostezos, meneando la cola y levantando el partido hocico. Julián creyó al pronto que se había aumentado el número de canes, tres antes y cuatro ahora; pero al entrar el grupo canino en el círculo de viva luz que proyectaba el fuego, advirtió que lo que tomaba por otro perro no era sino un rapazuelo de tres a cuatro años, cuyo vestido, compuesto de chaquetón acastañado y calzones de blanca estopa, podía desde lejos equivocarse con la piel bicolor de los perdigueros, en quienes parecía vivir el chiquillo en la mejor inteligencia y más estrecha fraternidad. (…) El chiquillo gateaba por entre las patas de los perdigueros, que, convertidos en fieras por el primer impulso del hambre no saciada todavía, le miraban de reojo, regañando los dientes y exhalando ronquidos amenazadores: de pronto la criatura, incitada por el tasajo que sobrenadaba en la cubeta de la perra Chula, tendió la mano para cogerlo, y la perra, torciendo la cabeza, lanzó una feroz dentellada, que por fortuna sólo alcanzó la manga del chico, obligándole a refugiarse más que de prisa, asustado y lloriqueando, entre las sayas de la moza, ya ocupada en servir caldo a los racionales. Julián, que empezaba a descalzarse los guantes, se compadeció del chiquillo, y, bajándose, le tomó en brazos, pudiendo ver que a pesar del mugre, la roña, el miedo y el llanto, era el más hermoso angelote del mundo.

-¡Pobre! -murmuró cariñosamente-. ¿Te ha mordido la perra? ¿Te hizo sangre? ¿Dónde te duele, me lo dices? Calla, que vamos a reñirle a la perra nosotros. ¡Pícara, malvada!

Reparó el capellán que estas palabras suyas produjeron singular efecto en el marqués. Se contrajo su fisonomía: sus cejas se fruncieron, y arrancándole a Julián el chiquillo, con brusco movimiento le sentó en sus rodillas, palpándole las manos, a ver si las tenía mordidas o lastimadas. Seguro ya de que sólo el chaquetón había padecido, soltó la risa.

-¡Farsante! -gritó-. Ni siquiera te ha tocado la Chula. ¿Y tú, para qué vas a meterte con ella? Un día te come media nalga, y después lagrimitas. ¡A callarse y a reírse ahora mismo! ¿En qué se conocen los valientes?

Diciendo así, colmaba de vino su vaso, y se lo presentaba al niño que, cogiéndolo sin vacilar, lo apuró de un sorbo. El marqués aplaudió:

-¡Retebién! ¡Viva la gente templada!

Los Pazos de Ulloa, de Pardo Bazán

Actividades

  1. Resume el contenido de este fragmento.
  2. ¿Cuál es la primera impresión que tiene Julián del niño? ¿Por qué?
  3. ¿Cómo reacciona Julián cuando llora el niño? ¿Y don Pedro?
  4. ¿Cómo crees que son los personajes de Julián y don Pedro, a la luz de este episodio?

Bernarda con sus hijas Adela, Martirio y Magdalena

BERNARDA.- Niña, dame el abanico.

ADELA.- Tome usted. (Le da un abanico redondo con flores rojas y verdes.)

BERNARDA.- (Arrojando el abanico al suelo.) ¿Es éste el abanico que se da a una viuda? Dame uno negro y aprende a respetar el luto de tu padre.

MARTIRIO.- Tome usted el mío.

BERNARDA.- ¿Y tú?

MARTIRIO.- Yo no tengo calor.

BERNARDA.- Pues busca otro, que te hará falta. En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle. Hacemos cuenta que hemos tapiado con ladrillos puertas y ventanas. Así pasó en casa de mi padre y en casa de mi abuelo. Mientras, podéis empezar a bordar el ajuar. En el arca tengo veinte piezas de hilo con el que podréis cortar sábanas y embozos. Magdalena puede bordarlas.

MAGDALENA.- Lo mismo me da.

ADELA.- (Agria.) Si no quieres bordarlas, irán sin bordados. Así las tuyas lucirán más.

MAGDALENA.- Ni las mías ni las vuestras. Sé que yo no me voy a casar. Prefiero llevar sacos al molino. Todo menos estar sentada días y días dentro de esta sala oscura.

BERNARDA.- Eso tiene ser mujer.

MAGDALENA.- Malditas sean las mujeres.

BERNARDA.- Aquí se hace lo que yo mando. Ya no puedes ir con el cuento a tu padre. Hilo y aguja para las hembras. Látigo y mula para el varón. Eso tiene la gente que nace con posibles.

La casa de Bernarda Alba, de García Lorca

Actividades

  1. Explica cómo se representa en este fragmento la opresión de las convenciones sociales.

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