La inspectora Cruxeiras se presentó en el hospital de Monforte a recoger el parte médico de doña Concha:

“… Contenido estomacal: 2/3 de una pizza individual, 1/3 litro de cerveza, 1 bombón de cacahuete…. Diagnóstico: Shock anafiláctico como reacción alérgica al cacahuete…”

Pero al leerlo, un escalofrío recorrió su espalda y se apresuró a abrir el sobre marrón que contenía las fotos hechas por los servicios de emergencias. Allí había algo que no cuadraba:

Y así fue como lo que empezó siendo una visita de trámite se convirtió en el inicio de una investigación policial dirigida por la inspectora Cruxeiras. Porque viendo esa foto la inspectora se dio cuenta de que doña Concha había tenido compañía esa noche y quizá, solo quizá, su ingreso en el hospital no había sido tan accidental como parecía.

¿Cómo puede saber la inspectora que la Condesa había tenido compañía esa noche?

La inspectora Cruxeiras decidió empezar su investigación por esa vecina que había encontrado inconsciente a Dª Concha, que había llamado a emergencias y que además tenía llave del pazo. Sin duda alguna, sería una valiosa fuente de información.

Doña Elvira tenía 70 años y mucha energía que empleaba en pasear perros del refugio de animales dos tardes por semana, hacer tartas de manzana y cultivar el huerto más alegre y colorido que la inspectora Cruxeiras había visto nunca. Cuando la inspectora Cruxeiras entró en su casa, se la veía preocupada por su amiga y deseosa de ayudar a la inspectora en todo lo posible. Dª Elvira habló mucho rato sin parar mientras acariciaba a un Filú que se había instalado en su regazo.

Le contó que conocía a doña Concha de toda la vida y por eso tenía llave del pazo, que a las dos les gustaban mucho las plantas, los animales y los dulces, pero que doña Concha solo se los comía antes de acostarse, no como ella que los comía a la merienda. Que doña Concha siempre se levantaba a la misma hora, comía a la misma hora, paseaba a la misma hora, le daba de comer al gato a la misma hora… La inspectora Cruxeiras la interrumpió.

- ¿A qué hora le da de comer al gato, doña Elvira?

- A las 12 de la mañana, inspectora. Le llena de pienso el dispensador y Filú lo va comiendo poquito a poco y a las 12 de la noche ya está vacío. En eso Filú es igual de metódico que doña Concha. Por eso me extrañó tanto encontrarme a Filú perdido… ¿Cómo salió de la casa?,¿cuándo?

- No sé cómo salió Filú de la casa, pero sí a qué hora. Y si me permite entrar en el pazo podremos averiguar por dónde salió Filú.

¿Cómo puede saber la inspectora Cruxeiras a qué hora salió de la casa Filú?

Vuelve a revisar la imagen del salón de doña Concha, a ver qué averiguas... (pincha en la imagen para ampliarla)

Era la ventana del baño. Estaba abierta. No del todo, pero si lo suficiente para que Filú saliese de ahí sin problema.

-¡Qué raro me parece este despiste en doña Concha! Y raro también ese desorden en el salón. No es propio de ella.

- Es que no es desorden, doña Elvira. Es la desesperación de una persona que se ahoga y no encuentra en su sitio el medicamento que le puede salvar la vida. Porque me temo que alguien se ocupó de hacerlo desaparecer. ¿Quién cree usted que se beneficiaría con la muerte de la Condesa?

- Yo creo que nadie. Es muy buena mujer, todo el mundo le tiene cariño. Con decirle que acaba de hacer un testamento nuevo dejándole un montón de dinero a Médicos Sin Fronteras. Un testamento ológrafo. Eso quiere decir que lo escribió a mano, de su puño y letra, ¿sabe usted?. Me lo contó ella misma la semana pasada. Lo iba a llevar al notario en unos días. Antes los herederos y las herederas de todo su patrimonio eran sus hijos y sus hijas a partes iguales, pero ahora no lo sé, la verdad.

- O sea, que si un hijo o hija perjudicado por los cambios en el testamento quisiese volver al reparto original, tendría que matar a la condesa y destruir ese testamento, ¿no?. En cualquier caso, es posible que su rápida intervención haya evitado esa destrucción. Dígame, ¿dónde guardaría doña Concha ese testamento?

- Sin duda en su caja de madera antigua con cerradura de combinación. Ha de estar en algún cajón, a ver… ¡Mire, aquí está! Hay que hacer girar esas ruedecitas y poner las cifras exactas. Pero no sé la combinación. Ella nunca me la dijo y yo nunca se la pregunté, así que tendremos que esperar a que se recupere para preguntarle y para entonces, ¡a saber dónde estará el culpable!.

- Quizá no haga falta. Mire lo que he encontrado debajo de la caja… Parece un pliego de problemas matemáticos..., pero necesitaría ayuda para resolverlos rápidamente y poder abrir la caja. ¡Voy a llamar a la Unidad Central de Operaciones (UCO)!

Debéis crear grupos, uniros a la UCO y ayudar a la inspectora a abrir la caja.