Uno de los principios fundamentales de la ciudadanía democrática es la participación. Para participar, un ciudadano responsable y con compromiso cívico está bien informado. ¿Qué significa estar bien informado en el mundo digital?
En la era de los medios audiovisuales (radio, televisión) y de la prensa escrita, el debate público se realizaba a través de medios específicos y la participación directa de la población en ese debate era limitada. Sin embargo, ello no significó que la población interpretara la noticia, se pronunciara, discutiera en su ámbito y actuara cuando lo creyera oportuno (votación, apoyo a causas, presencia en asociaciones, militancias de diversa índole, participación en manifestaciones, etc.) .
Con las redes sociales (por ejemplo, facebook), las aplicaciones de mensajería (por ejemplo, whatsapp o telegram) o las plataformas de creación y difusión de contenidos (twitter, instagram, twitch, por citar algunos otros ejemplos) y el móvil como lugar clave de intercambio comunicativo en los ámbitos de discurso público que dobló el panorama anterior. Por un lado, los distintos medios y plataformas de contenidos disponen de muchos más datos sobre la opinión de los ciudadanos y su comportamiento y pueden personalizar los mensajes con mucha mayor concreción. Por otro lado, la ciudadanía dispone de muchas más fuentes y el consumo de contenidos es mayor y más individual. Este nuevo panorama implica importantes desafíos para una sociedad democrática ya que podemos aprender de muchas maneras pero solo una de ellas contribuye a formar personas que puedan convivir en democracias diversas, complejas y abiertas como son nuestras sociedades.
¿Cómo podemos definir lo que significa participar democráticamente?
Para definir qué entendemos por informada democráticamente, podemos destacar cuatro elementos de la información elaborada a partir de estas ideas: acceso, calidad, evaluación e intervención.
Acceso
Disponer de herramientas tecnológicas (como teléfonos móviles, tabletas, ordenadores…), consultar medios digitales y realizar un seguimiento periódico. En la práctica, la mayoría de la población dispone de algún dispositivo, especialmente móvil, a través del cual puede obtener todo tipo de información.
El principal desafío es asegurar dicho acceso como un derecho y brindar las estrategias para hacerlo efectivo, es decir, ampliar las competencias para que dicho acceso sea funcional, consciente y responda a los intereses personales.
Calidad
Por información de calidad entendemos que es veraz, comprobable y ayuda a comprender una situación concreta. Verídica implica que está elaborado con criterios objetivos y procedimientos de validación. Al indicar que es verificable, se señala que el público tiene la posibilidad de verificar los criterios y procedimientos a partir de los cuales se elaboró esta información, lo cual se relaciona con los criterios de transparencia de esa información. Comprensible, por su parte, implica que los mensajes tengan datos suficientes y pistas complementarias para presentar la realidad de forma comprensible, contextualizable y adaptada al nivel de comprensión que se espera de la mayoría de los ciudadanos.
Valoración
La valoración es relevante porque expone la capacidad de los ciudadanos para interpretar la información desde un diálogo respecto a sus propios intereses y los de la comunidad en su conjunto. Este proceso de valoración no es simplemente una tarea individual o un simple agregado de expectativas, entendimientos y posiciones individuales; es más bien un proceso colectivo que permite la construcción de un proyecto común a partir de acuerdos y compromisos mutuos.
Intervención
La posibilidad de intervención en esa conversación es el otro eje que define la participación democrática. La mayoría de las propuestas para brindarlo enfatizan que las distintas instituciones deben ser proactivas hacia la ciudadanía y deben proporcionar mecanismos para hacer efectiva la intervención de los ciudadanos.