Una caricia es, según el psicólogo Berne, la unidad mínima de reconocimiento dirigido de persona a persona. Un saludo al cruzarnos con alguien, nos comunica: "te veo, te reconozco, te respeto". Se trata de una caricia positiva y nos invita a devolver el saludo. Una burla o un insulto nos invita a sentirnos mal y a devolver otro insulto para evitar la humillación. En este caso se trata de una caricia negativa. En nuestro día a día damos y recibimos caricias positivas y negativas y, sin duda, esta forma de tratarnos define las relaciones y los lazos que creamos con los demás.

¿Sería posible cambiar nuestro sistema de caricias evitando las negativas? Y, si lo hacemos, ¿tendría una repercusión favorable en nuestro entorno? Según el psicólogo Steiner, la respuesta es sí, y propone regirse por las leyes de abundancia de caricias.

• Da abundantes caricias positivas cuando corresponda.
• Acepta las caricias positivas que mereces.
• Pide las caricias positivas que necesitas.
• Date caricias positivas.
• Rechaza caricias negativas destructoras.

Además, las caricias positivas deben cumplir ciertos requisitos de calidad.

• Han de ser auténticas, es decir, sinceras. No podemos decirle a alguien que nos cae bien por agradarle si, en realidad, no te sientes a gusto con esa persona.
• Deben ser adecuadas y directas, sin adornos innecesarios.
• Si la caricia no es creíble o no tiene sentido, pierde su valor.