Al contrario que la conducta, que es la parte de nosotros que manifestamos públicamente, nuestros pensamientos y nuestras emociones están bien guardados y protegidos en lo que llamamos intimidad. Y es que, al compartirlos, nos sentimos expuestos y vulnerables. Solo cuando nos encontramos en un espacio seguro, somos capaces de expresarlos con naturalidad.

No importa cuál sea la imagen que proyectamos hacia los demás, nuestro interior (nuestras emociones y sentimientos) se resquebraja cuando nos sentimos juzgados, humillados, invalidados... Y estas son heridas que no se ven, pero duelen de verdad y tardan en sanar. O quizás nunca sanen. De cualquier modo ya nunca seremos las mismas personas.

Practicar la empatía nos hace más conscientes del impacto que tienen nuestras acciones y nuestras palabras en las vidas de los demás.  En ocasiones sentimos daño o frustración ante un comentario pero, ¿somos conscientes del impacto de nuestras palabras?

¿Qué emociones te atraviesan cuando alguien te hiere? ¿Qué sientes cuando hieres a alguien? ¿Una disculpa es suficiente para reparar el daño? ¿Qué necesitas para reparar la relación con alguien que te ha herido?

Mira el siguiente vídeo y, a continuación, participa activamente en la asamblea para hablar sobre él.