En la fase 3. hemos aprendido los tipos de descripción según el asunto descrito (3.1. Formas de mirar).

Uno de los retos propuestos es la descripción de un personaje imaginario que habite en tu entorno natural.

Vamos a ampliar un poco más los pasos que hay que dar para describir a una persona real o ficticia, o a un animal.

Recuerda:

Una prosopografía representa los rasgos físicos de un ser.

Normalmente en las descripciones hemos de seguir un orden determinado.

Podemos hacerlo de arriba a abajo o al revés. Si empezamos por arriba, iniciaríamos por la cabeza y nos fijaríamos en el pelo, en la frente, en los ojos, en la nariz, en la boca, en el cutis. Pasaríamos al cuello y, a continuación, nos centraríamos en el torso, en el pecho, el abdomen, las extremidades superiores (brazos, manos) e inferiores (piernas, pies). No se trata de describirlo todo, tan solo los elementos que más llamen la atención.

En la literatura, sobre todo en la poesía, la tradición ha mantenido una forma de describir que se ha reproducido por siglos. En el caso de la descripción de la persona amada, de la mujer, en concreto, se llamaba con el tópico latino descriptio puellae. Se trata de una fórmula un poco estereotipada en la cual se empleaban frecuentemente las mismas metáforas: la amada era rubia con cabellos de oro, la tez era pálida, si bien cierto color rosáceo animaba el rostro, los dientes eran como perlas, los labios de rubíes, y el cuello terso. 

Normalmente este tópico se unía con el de carpe diem, en el cual se animaba al ser amado a disfrutar de la juventud y de los placeres. Ambos tópicos los estudiaremos en el REA 6.

Leemos este célebre ejemplo de la literatura española:

CALISTO.- Comienzo por los cabellos. ¿Ves tú las madejas del oro delgado que hilan en Arabia? Más lindos son y no resplandecen menos. Su longura hasta el postrero asiento de sus pies, después crinados y atados con la delgada cuerda, como ella se los pone, no ha más menester para convertir los hombres en piedras.

SEMPRONIO.- (Aparte.) Más en asnos.

CALISTO.- ¿Qué dices?

SEMPRONIO.- Dije que esos tales no serían cerdas de asno.

CALISTO.- ¡Ved qué torpe y qué comparación!

SEMPRONIO.- (Aparte.) ¿Tú cuerdo?

CALISTO.- Los ojos verdes rasgados, las pestañas luengas, las cejas delgadas y alzadas, la nariz mediana, la boca pequeña, los dientes menudos y blancos, los labios colorados y grosezuelos, el torno del rostro poco más luengo que redondo, el pecho alto, la redondez y forma de las pequeñas tetas, ¿quién te la podría figurar? ¡Que se despereza el hombre cuando las mira! La tez lisa, lustrosa, el cuero suyo oscurece la nieve, la color mezclada, cual ella la escogió para sí.

SEMPRONIO.- (Aparte.) ¡En sus trece está este necio!

CALISTO.- Las manos pequeñas en mediana manera, de dulce carne acompañadas; los dedos luengos; las uñas en ellos largas y coloradas, que parecen rubíes entre perlas. Aquella proporción, que ver yo no pude, no sin duda, por el bulto de fuera juzgo incomparablemente ser mejor que la que Paris juzgó entre las tres diosas.

Rojas, F. (2005). La Celestina. Cátedra.

Curioso es saber que, cuando describen a Melibea otros personajes, no están muy de acuerdo con Calisto. Pero ese cambio de perspectiva lo vamos a comentar especialmente en el siguiente tipo de descripción, en la etopeya.

Recuerda que una etopeya es la descripción de los rasgos psicológicos de un ser, sus cualidades y defectos, su forma de pensar y de actuar. Tampoco hay una única manera de describir a una persona. Conviene tener en cuenta los rasgos más llamativos. Y que en las descripciones psicológicas se utilizan diversas perspectivas:

• Lo que el narrador nos dice del personaje.
• Lo que otras personas dicen de él.
• Lo que los hechos demuestran sobre su conducta.

Pondremos un ejemplo de etopeya en el que se utilizan varias perspectivas. Antes de conocer a Sherlock Holmes, el doctor Watson escucha su descripción por parte de su compañero Stamford. Nos dice de él:

"No conoce usted aún a Sherlock Holmes; quizá no le interese tenerle constantemente de compañero. [...] Es hombre de ideas raras. Le entusiasman determinadas ramas de la ciencia. Por lo que yo sé, es persona bastante aceptable. [...] Es muy voluble y excéntrico en sus estudios; pero ha hecho un gran acopio de conocimientos poco corrientes que asombrarían a sus profesores. [...] No es hombre que se deje llevar fácilmente a confidencias, aunque suele ser bastante comunicativo cuando está en vena." 

 Conan Doyle, A. (2007). Todo Sherlock Holmes. Cátedra.

Cuando Watson conozca a Sherlock lo asombrará por su capacidad intelectual ya que adivinará muchos de sus datos personales.  Cuando ya son compañeros de casa, lo describe en sus costumbres así:

No era difícil convivir con Holmes. Resultó hombre de costumbres regulares. Era raro que permaneciese sin acostarse después de las diez de la noche, y para cuando yo me levantaba por la mañana, él había desayunado ya y marchado a la calle. En ocasiones se pasaba el día en el laboratorio de Química; otras veces, en las salas de disección, y de cuando en cuando, en largas caminatas que lo llevaban a los barrios más bajos de la ciudad. Cuando le acometían los accesos de trabajo, no había nada capaz de sobrepasarle en energía; pero de tiempo en tiempo se apoderaba de él una reacción, y se pasaba los días enteros tumbado en el sofá del cuarto de estar sin apenas pronunciar una palabra o mover un músculo desde la mañana hasta la noche. Durante tales momentos advertía yo en sus ojos una mirada tan perdida e inexpresiva que, si la templanza y la decencia de toda su vida no me lo hubiesen vedado, quizá yo habría sospechado que mi compañero era un consumidor habitual de algún estupefaciente.

Conan Doyle, A. (2007). Todo Sherlock Holmes. Cátedra.

 A continuación, ya incluye una descripción física, con lo que se completaría el retrato del personaje, que, como recordarás consiste en la descripción física y psicológica de un ser.

Mi interés por él y mi curiosidad por conocer cuáles eran las finalidades de su vida fueron haciéndose mayores y más profundos a medida que transcurrían las semanas. Hasta su persona misma y su apariencia externa eran como para llamar la atención. Su estatura sobrepasaba los seis pies, y era extraordinariamente enjuto. Tenía la mirada aguda y penetrante; y su nariz, fina y aguileña, le daba un aire de viveza y de resolución. Aunque sus manos tenían siempre borrones de tinta y manchas de productos químicos, estaban dotadas de una delicadeza de tacto extraordinaria, según pude observar con frecuencia viéndole manipular sus frágiles instrumentos de Física.

Conan Doyle, A. (2007). Todo Sherlock Holmes. Cátedra.