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10.9 Postproducción

Recordemos en este punto que el proceso de elaboración de un film posee distintas fases. La penúltima de estas etapas consiste en la llamada postproducción. Ciertamente, en los últimos años, debido a la creciente importancia que poseen los procesos de convergencia entre las tecnologías digitales y el ancestral celuloide, la postproducción basada en los efectos visuales ha conseguido una cierta notoriedad pública de la que nos hicimos eco en los apartados 7.09 y 7.10. Aquí repasaremos las líneas maestras que explican los procesos de la fase de postproducción. Todas ellas definibles como de laboratorio o de sala.

Desde el punto de vista humano, en la postproducción intervienen los técnicos de laboratorio y de sala y, durante un período, el director de producción. Sin embargo, cuando se trata de tomar decisiones finales suele ser una labor del productor (recuérdese que legalmente es el propietario de la película). No es infrecuente que en Europa también intervenga el director, por el contrario en EE.UU. puede que haya finalizado su tarea tras el último día de rodaje.

La elección de un laboratorio concreto, y al margen del reducido número de ellos que existen en España (de facto tan sólo en Barcelona y Madrid), suele ser una decisión del director de fotografía. Parte de las labores del laboratorio se solapan cronológicamente con el rodaje para con ello poder advertir posibles errores subsanables; por ejemplo, los decorados no se desmontan hasta haberse visionado todo lo filmado en ellos por si es necesario realizar repeticiones. Asimismo, en el laboratorio se realiza un revelado diario del material registrado para advertir posibles desenfoques, ralladuras de negativo, problemas extremos de iluminación y de cámara.

Del resultado diario se realiza una copia del negativo del celuloide en vídeo digital; es lo que se llama telecinado. En esa copia en vídeo va inscrita una señal numérica (Keycode) que funciona como un código de tiempos y facilita las labores de montaje. En algunasocasiones , aunque pocas, el equipo de cámara, ante posibles dudas de iluminación, enfoque o supuestos problemas en el chasis o en el paso de ventanilla, solicitará un positivo de la toma del plano concreto generador de la duda. Esto se debe a que el proceso de positivado es muy caro y sólo se realiza en las copias finales para la exhibición en los cines.

El profesional que se encarga del montaje o edición de las imágenes recibe el nombre de Montador. Es el encargado de ordenar los planos dotándolos de un sentido, siguiendo las directrices del guión, siempre teniendo en cuenta el punto de vista del productor (en EE.UU. y Europa) y del director (en Europa). Hasta principios de los años noventa del pasado siglo, se utilizaba la moviola, proceso más costoso que implicaba hacer un positivo que se cortaba y empalmaba físicamente hasta obtener una primera copia. Hoy en día, como hemos dicho, se edita un telecinado, lo que elimina el proceso de positivado. El equipo de montaje lo completa un Ayudante o Auxiliar de Montaje, cuya labor ha variado con la aparición de las técnicas digitales. Así, mientras su labor antes era de selección y marca de las imágenes, ahora realiza un primer montaje bruto, respetando el orden numérico de las claquetas mientras el Montador Jefe se encarga, más tarde, de afinar esos puntos de corte.

A continuación se añadirán los efectos especiales, o de truca, y el director de fotografía realizará un etalonaje: un proceso mediante el que se calibran e igualan los niveles y densidades cromáticas y lumínicas de la fotografía de la película.

Paralelamente, en las salas de sonorización y mezclas se crean los efectos especiales de sonido (efectos sala), se realizan los posibles doblajes (al comprobar a posteriori que determinada frase no es inteligible), se suma la música y finalmente los Ingenieros de Sonido realizan las mezclas de todas estas pistas conformando la banda sonora del film.

El montaje final, aprobado por director y productor, es enviado al llamado Cortador de Negativo que selecciona los trozos indicados por el keycode y se los entrega a un Montador de Negativo, que los empalma añadiéndole el rollo final de títulos de crédito. De este negativo se obtienen otros y, para protegerlo para el futuro, se guarda y no se le vuelve a utilizar. Las copias estándar que vemos en los cines salen, pues, de esas ‘segundas copias’.

Cada copia estándar tiene un coste superior a los mil euros por lo que, según las expectativas de mercado, se tirarán más o menos copias.

Es obligatorio depositar una copia en la Filmoteca Española y, si se ha recibido algún tipo de ayuda autonómica, en las filmotecas respectivas.