La creación impulsada por la industria cinematográfica no
alcanzaría el eco social que tiene -tanto en su dimensión
nacional como internacional- de no ser por el diseño y la aplicación
de una estrategia adecuada en la promoción y publicidad del producto
que vende. Como espectáculo de masas debe contemplar con rigor
la exigencia de ese público receptor, aprovechando los mitos surgidos
en su propio seno y los soportes que realzan esos nombres que ejercen
un poder de seducción indiscutible en la dinámica del mercado;
no se olvida en este sentido todo el trasfondo propagandístico
y el ejercicio censor impulsado en diversas épocas en todos los
países. El negocio cinematográfico consigue casi todos los
objetivos apoyándose en los medios especializados, en cuyos espacios
se recoge la incesante actividad en torno a los festivales nacionales
e internacionales y los premios que se conceden en las categorías
más diversas. Así pues, los vínculos existentes entre
el cine y la sociedad son muy estrechos y constantes a lo largo de su
historia
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