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Historia del cine > 1.3 Consolidación de un lenguaje
1.3 Consolidación de un lenguaje
El desarrollo de la industria del cine ha propiciado la definición
de un lenguaje específico que se encargaron de ir definiendo los
directores que trabajaron en el tránsito del siglo XIX al XX. Sorprende
que los pioneros no se limitaran a seguir con la simple "toma de
vista" durante muchos años. Hubo quien se preocupó
por dar a entender que la utilización de varios planos de distinto
tamaño servían para enriquecer la historia y la acción
de los personajes.
La evolución que se aprecia en los primeros años tiene que
ver con las primeras imágenes impresionadas por los primeros operadores
en todo el mundo. Un paso más lo dan los fotógrafos de Brighton
a partir de 1900, fecha a partir de la que utilizan en sus películas
diversos recursos (puntos de vista, panorámicas, sobreimpresiones,
etc.) para organizar la historia. Simultáneamente, Méliès
y Segundo de Chomón aplican técnicas como el paso
de manivela, que permitía el construir una historia fotograma a
fotograma- para generar historias fantásticas y con efectos; es
el momento del cine de trucos en el que se intenta sorprender al espectador
haciendo aparecer y desaparecer personas y objetos. Esta fase la cierra
Edwin S. Porter cuando en Salvamento en un incendio (1902) va más
allá de la estructura lineal que plantea todo el mundo, intercalando
situaciones que atraen de manera especial la atención del espectador
insertos-; es decir, intercala una serie de planos en los que destaca
ciertos detalles del ambiente, de la acción de los personajes y
con los que se pasa de un espacio a otro sin ningún tipo de explicación
el montaje paralelo-.
Quizás todas estas aportaciones y el hecho de cada vez más
se apropiara el cine de textos literarios muy conocidos por los espectadores,
condujeron a que el teórico italiano Riccioto Canudo escribiera
en 1911 su "Manifiesto de las Siete Artes" en el que señalaba
al cine como el Séptimo Arte, y en el que pedía que los
empresarios del cine asumieran un mayor compromiso artístico con
lo que hacían, para ir más allá de la industria y
el comercio.
A partir de 1910, los europeos comienzan a producir películas más
largas que sorprenden por su buena factura. Las adaptaciones de obras
de Victor Hugo y Emile Zola sirvieron de garantía para diversas
producciones francesas. Por su parte, los italianos consolidaron un modo
de hacer que afectará a las industria cinematográficas de
todo el mundo. Quo Vadis? (1913), de Enrico Guazzoni, superó
las dos horas de proyección. Cabiria (1914), de Giovanni
Pastrone, se convirtió en uno de los grandes monumentos cinematográficos
de la historia por su tratamiento de la historia, de los personajes, del
espacio, de la iluminación, de la escenografía (estas producciones
italianas dan un impulso a la construcción de decorados corpóreos).
Fue el momento en el que se dio un paso importante: cambiar la cámara
de lugar, buscar nuevos ángulos desde los que contar la historia
al tiempo que se mantiene la continuidad de acción en la
que también han de ser funcionales los rótulos que se intercalan
para recoger el diálogo de los actores-; es el momento en el que
se construye una situación a partir del plano-contraplano.
El paso más relevante hacia la consolidación
de un lenguaje específico lo ofreció el director estadounidense
David W. Griffith, quien tuvo la capacidad de organizar todas las aportaciones
habidas hasta mediados de la década de los años diez, y
concretarlas en dos películas que han pasado a la Historia del
cine como las más emblemáticas de la narración cinematográfica
primitiva: El nacimiento de una nación (1915) e Intolerancia
(1916). A partir de estos años, directores como Cecil B. De Mille
(Juana de Arco, 1916), Charles Chaplin (El imigrante, 1917
;
Armas al hombro, 1918), Louis Feuillade (director de varios seriales)
y otros muchos, van profundizando en el lenguaje cinematográfico,
dando cuerpo a una gramática de recursos expresivos que el espectador
asumirá y llegará a conocer con mucho detalle.
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