TEATRO CATALÁN

En Cataluña comienzan a representarse algunas obras a partir de 1946, aunque se seguían teniendo muchas dificultades por causa de la censura. Las primeras representaciones son de obras de autores de la etapa anterior: Gimerà, Santiago Rusiñol, Sagarra...

Es preciso, sin embargo, mencionar algunas obras que, ya antes de esta fecha, respondían a un teatro comprometido: Antígona (1939) de Salvador Espriu, y La fam (1938), de Joan Oliver.

En Antígona, Espriu aprovecha el mito de la tragedia del dramaturgo griego Sófocles para reflexionar sobre la guerra fraticida y sus consecuencias. El uso de la mitología clásica para expresar la problemática de la realidad inmediata es un recurso usado también por otros autores como Bertolt Brecht o Sartre. Además, no podemos olvidar otras obras que recrean mitos clásicos como O incerto señor don Hamlet, príncipe de Dinamarca (1958), de Álvaro Cunqueiro.

Por lo que respecta a La fam (1938), de Joan Oliver, se trata de una reflexión política a partir de la realidad; está considerada como la obra más importante del teatro catalán del período de la Guerra Civil.

Más tarde, cuando regresó del exilio, Oliver continuó con su labor teatral desde otra óptica; con la intención de contribuir a la normalización del teatro catalán de posguerra, tradujo numerosas obras (Molière, Beckett, Ionesco...) y creó comedias burguesas intentando adaptarse al gusto del público, aunque incluyendo elementos de reflexión sobre la condición humana que lo acercan al existencialismo y lo alejan de un simple entretenimiento. Es el caso de Ball robat (1958), aparentemente una comedia dramática que muestra el fracaso de tres matrimonios burgueses (Mercè y Cugat; Eulàlia y Oleguer; Núria y Oriol), en la que explora la psicología humana (la conciencia de la soledad, de la muerte, del dolor...).

C