INTRODUCCIÓN

A comienzos del siglo XX la afición al teatro es muy grande, como herencia de una tradición fortalecida en el siglo XIX. No hay que olvidar que es uno de los medios fundamentales de entretenimiento. Pronto aparecerá una crisis provocada por la aparición de nuevos espectáculos de masas: el cine (que apenas está despuntando y es mudo en España hasta por lo menos 1931); el music-hall y los deportes.

En el panorama general del teatro de estas primeras décadas del siglo XX podemos diferenciar dos tendencias:

  • El teatro comercial, destinado a satisfacer las exigencias del público popular, rehúye los planteamientos ideológicos y continúa con las formas dramáticas tradicionales.

  • El teatro renovador, dirigido a un público más culto y minoritario, pretende innovar y experimentar, y tardó en ser valorado en su justa medida. Lo cultivaron los autores del 98 y el 27, fundamentalmente.

  • Los intereses económicos de los empresarios, que no se arriesgaban a montar obras vanguardistas alejadas de los gustos y de la mentalidad del público medio, y condenadas, por tanto, al fracaso, van a condicionar el estilo de un teatro que se resiste a evolucionar.

    Muchos dramaturgos, para sobrevivir, abandonan la modernidad de sus dramas iniciales y se adaptaron al gusto del público burgués que no aceptaba la crítica excesiva. Prueba de ello es el éxito del teatro de ECHEGARAY, que llega a obtener el Premio Nobel en 1904, con unos dramas de tono posromántico e histórico, sin ningún aliento renovador.



    A

    C