El teatro comercial, destinado a satisfacer las exigencias del público popular, rehúye los planteamientos ideológicos y continúa con las formas dramáticas tradicionales.
El teatro renovador, dirigido a un público más culto y minoritario, pretende innovar y experimentar, y tardó en ser valorado en su justa medida. Lo cultivaron los autores del 98 y el 27, fundamentalmente.