La decadencia del sainete llevó a su teatro a partir de 1916, fecha de estreno de La señorita de Trevélez, por el camino de lo que él denominó tragedia grotesca, modalidad teatral a la que también pertenecen ¡Qué vine mi marido!, Los caciques y Ese es mi hombre. Frente a los sainetes, que centran su atención en lo castizo, las tragedias grotescas se abren a temas, situaciones y conflictos más amplios.
Son obras más críticas, cercanas al regeneracionismo noventayochista, situadas en un ambiente inmovilista y vacío, que encierran una profunda crítica a la burguesía. Salen a la luz los males de la sociedad española: el caciquismo, la incultura, la falta de aspiraciones...
Uno de sus rasgos más característicos es la fusión de lo cómico y de lo patético, la propensión hacia lo grotesco y la caricatura. Ello hace que este teatro haya sido emparentado con el teatro expresionista europeo y, salvando las distancias, considerado como un precedente del esperpento de Valle-Inclán.
Adaptación de La señorita de Trévelez para la televisión: https://www.youtube.com/watch?v=H9-YZK0fXTw