1. La persona y el ciudadano en la Grecia
    Clásica

      La ciudad griega y las características de su
      ciudadanía

      A continuación trataremos de la época de la Grecia clásica, hablaremos por tanto de tres siglos a través de los cuales quedará depositada en nuestra cultura la concepción de persona y de ciudadano que, con diferentes variaciones, atravesará toda la Historia de Occidente. Podemos pasar rápidamente a Sócrates, quien, según se sabe, fue el primero que, ocupándose de la noción de ciudadano en la ciudad de Atenas, acabaría condenado a muerte.

      Los primeros pensadores de la Historia de nuestra civilización Occidental que se ocuparon extensamente de la educación ético-cívica fueron Platón y Aristóteles en el contexto de las antiguas ciudades griegas de los siglos V y IV a.C., donde sistematizaron la idea de ciudadano y anticiparon el concepto de persona. A ellos siguieron las escuelas helenísticas, llamadas así porque procedían también de maestros griegos: el hedonismo o epicureismo, el estoicismo y el escepticismo. Con anterioridad a todos ellos ya hemos dicho que contamos con el testimonio que se nos ha dado de Sócrates, el ciudadano ejemplar, que quiso encontrar definiciones universales para todas aquellas cualidades que debería poseer el buen ciudadano.





Ciudad griega

      La ciudad (pólis) griega es el lugar más importante de la vida de estos griegos de antaño que inventaron todas las ciencias y las artes llevándolas hasta una perfección aún en muchos casos nunca superada. Las ciudades griegas de la época clásica eran miles de pequeñas sociopolíticas que contaban con una escasa población, un pequeño territorio y se gobernaban de manera autónoma y autosuficiente. Muchas de ellas, sin embargo, irían creando alianzas entre sí, tanto por necesidades políticas como por necesidades comerciales, quedando vinculadas de forma confederada o federada, en la mayoría de los casos, con las dos ciudades más importantes de toda Grecia: Esparta y Atenas.

      Sus ciudadanos se dividían en diferentes clases sociales: agricultores y comerciantes, soldados y guerreros, nobles y sacerdotes; además de contar grupos profesionales como por ejemplo: poetas, músicos, arquitectos, escultores, magos, adivinadores, sofistas y filósofos. Por lo general todas las clases sociales, incluso las más bajas, contaban con esclavos, que realizaban las labores más arduas o menos gratificantes de la sociedad.

      Ser ciudadano significaba en primer lugar una sola cosa, no ser esclavo. Sin embargo es necesario recordar que allí donde instauraron democracias en sus ciudades, los griegos clásicos consideraron que había que ser varón y mayor de cierta edad para poder detentar la cualidad de la ciudadanía de pleno derecho, con lo que excluyeron de la misma a las mujeres y los niños, que la tendrían de hecho. Esto es, a tal colectivo de mujeres y niños se les consideraba en cierto modo ciudadanos de hecho, aunque no de derecho: al niño en cuanto nacido en la ciudad (y por tanto, futuro ciudadano con voz y voto) y a la mujer en cuanto que madre, puesto que lo había engendrado (pero sin voz ni voto en la asamblea).

      La ciudadanía de derecho se reservaba a los varones mayores de edad e incluía las siguientes obligaciones: 1. La de ir a la guerra en defensa de la ciudad. 2. La de respetar a las deidades propias y a las leyes propias. 3. La de participar directamente en la asamblea de gobierno y defenderse o acusar en un litigio jurídico ante tribunales populares. Había ciudades que se gobernaban tiránicamente y de otros modos más o menos anti-populares, pero las que más nos interesan son las que se gobernaban democráticamente, esto es, las que decidían que el demos = conjunto de ciudadanos, gobernase. Tales democracias directas y restringidas eran muy distintas a las democracias representativas de nuestros días, pero constituyen la base o los cimientos de las democracias posteriores.

      La sociedad griega clásica descansaba económicamente sobre todo en los esclavos, que normalmente eran bien tratados, pero carecían de todos los derechos de los ciudadanos libres (estos eran una parte menor de la población, si bien las cifras exactas son sujeto de especulación y discusión entre los estudiosos). Se era esclavo por nacimiento de esclavo y esclava, por conquista y captura en la guerra o por haber sido comprado a los vendedores y tratantes de esclavos.

      La democracia ateniense surge como resultado de un largo período de reformas políticas y sociales destinadas a aliviar la tensión existente entre las clases sociales privilegiadas por el antiguo régimen aristocrático y tribal y las clases sociales emergentes. Entre los años 561 y 510 a.C., la deriva democrática adoptada por Atenas bajo el mandato del legendario Sólón de Atenas sería frenada por la instauración de dos tiranías sucesivas, la de Pisístrato y la de Hipias. El enfrentamiento con Esparta en el 510 a.C., precipita finalmente el derrocamiento de la tiranía. Y en el 507, Clístenes, que había sido desterrado durante la tiranía y que se había ganado el favor del pueblo, lidera una importante reforma administrativa y constitucional que daría un nuevo y decisivo impulso a la democracia. A estas reformas, le seguirían las promovidas por Efialtes, en el 462 a.C. y las que realizará Pericles tras el asesinato del anterior, en el año 461. Bajo el mandato de Pericles (461-429 a.C.), la democracia ateniense se consolidó definitivamente y alcanzó su máximo esplendor.

      Pese al enorme progreso que supuso el desarrollo de la democracia en la antigua Grecia, es preciso destacar las grandes limitaciones que ésta tuvo. Incluso durante el momento de máximo esplendor de la democracia ateniense, los individuos que tenían derecho a participar activamente en los asuntos públicos constituían tan sólo una pequeña parte de la población adulta de Atenas. Según las fuentes manejadas por los historiadores, entre las que hay que destacar el censo de Demetrio de Falero (s.IV a.C.) -transmitido por Ateneo de Náucratis más tarde-, a finales del siglo IV a.C. la población libre de Atenas era de unos 84.000 individuos. Además había unos 10.000 metecos y unos 400.000 esclavos. Pues bien, sólo los 21.000 ciudadanos varones en edad militar tenían derecho a intervenir de alguna forma en la vida pública. Ni las mujeres, ni los metecos, ni los esclavos podían hacerlo.

      Ya para la Atenas del siglo V, cien años después, se estima que la ciudad tendría unos 40.000 ciudadanos y 20.000 metecos (extranjeros libres con permiso de residencia) aproximadamente. Si añadimos las mujeres y niños de unos y otros, la población libre podía ascender hasta 200.000 personas. Pero los esclavos eran al menos igual de numerosos, aunque sea imposible calcular el número, ni siquiera de manera aproximada. Podía haber 300.000 o incluso más.

      No hay que olvidar este hecho cuando se habla de democracia griega o de las ciudades griegas. La gente en Atenas, la población se dividía en cuatro clases sociales según su riqueza y se remontaba al legendario legislador Solón una amnistía de la esclavitud por deudas. La gente podía cambiar de clase según se enriqueciese a lo que Platón opondrá una división en clases no según la riqueza material sino según la elevación intelectual. Ambas cosas pueden conjugarse y así se ha procurado realizar la división en clases a lo largo de la Historia.

      En Esparta todos los ciudadanos varones se nombraban como los iguales cuando terminaban su educación dirigida por el Estado desde los siete años de edad y encaminada a la formación sobre todo militar. Los dos reyes espartanos que servían de líderes militares y religiosos de la ciudad-estado venían de dos familias, pero detentaban una situación social igual a la de cualesquiera otros ciudadanos y podían los demás destituirlos o pedirles responsabilidades. Entre los varones más destacados se formaba un consejo y aún habría otro órgano político formado por los más ilustres ancianos. Por el contrario los esclavos no tenían ningún poder ni estatus. Tenían el derecho de criar una familia y ser dueños de propiedades, pero no tenían derechos políticos. Para 600 a. C. la esclavitud se había difundido en toda Grecia. Para el siglo III a.C. los esclavos componían al menos un tercio de la población entera en algunas ciudades-estado. Los esclavos fuera de Esparta casi nunca se sublevaron porque se componían de demasiadas nacionalidades y estaban demasiado dispersos para organizarse, pero los de Esparta se rebelaron varias veces por estar muy vigilados y ser muy maltratados.

      Esparta tenía un tipo especial de esclavo llamado hilota. Los hilotas eran cautivos griegos de la guerra que pertenecían al Estado y eran asignados a familias donde estaban obligados a quedarse. Los hilotas cultivaban alimentos y hacían tareas domésticas para que las mujeres pudieran centrarse en criar hijos fuertes y los hombres pudieran dedicarse a entrenarse para ser soldados (hoplitas). Sus amos los maltrataban y los sometían a un continuo asedio, esto es a una explotación continua y una vigilancia basada en tenerlos aterrorizados, motivo de que los hilotas muchas veces se rebelasen o sublevasen.

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